El presidente de EEUU, George Bush, sufrió ayer otro grave impacto en su línea de flotación política, precisamente cuando el respaldo a su gestión está en niveles mínimos. El torpedo fue la afirmación de que Bush autorizó en el 2003 la filtración a la prensa de información secreta sobre la guerra de Irak. Esta filtración fue realizada por Lewis Libby, exjefe de gabinete del vicepresidente, Dick Cheney, quien habló con la periodista Judith Miller de The New York Times , y la puso al corriente de la identidad secreta de la agente de la CIA Valerie Plame, como castigo por las críticas a la guerra de Irak formuladas en público por su esposo, el exembajador Joseph Wilson.

Libby fue procesado en octubre por mentir sobre el caso Plame. La información secreta que el presidente le permitió revelar estaba contenida en la Valoración Nacional de Espionaje, según se desprende de documentos presentados el miércoles ante los tribunales por el juez Patrick Fitzgerald. En estos documentos consta que, antes de su procesamiento, Libby declaró que Cheney le comunicó que el presidente le había autorizado a él específicamente para revelar "cierta información" de la Valoración Nacional de Espionaje.

OCHO DIAS DESPUES Los documentos no detallan cuál era la "cierta información" que Libby podía pasar a los periodistas. Pero el 8 de julio del 2003, pocos días después de que recibiera esta autorización de Bush, el exjefe de gabinete reveló a la periodista Miller el trabajo de Valerie Plame como agente de la CIA. Esta filtración tuvo lugar ocho días después de que apareciera en el Times neoyorquino un artículo de Wilson donde éste acusaba a Bush de exagerar la amenaza que suponía el arsenal iraquí.

Los documentos del juez Fitzgerald no acusan a Bush ni a Cheney de haber autorizado a Libby a revelar la identidad de Plame. Tampoco sostienen que el presidente o el vicepresidente hayan cometido delito alguno, pues tienen la prerrogativa de autorizar la revelación de información secreta, según clarificó el fiscal general, Alberto Gonzales. El presidente "puede tomar la decisión de hacer pública información secreta", afirmó.

UNA MALA IMAGEN Sin embargo, para Bush es muy perjudicial aparecer como instigador de acciones que condujeron a la filtración de la verdadera identidad de Plame como agente secreta de la CIA para desacreditar a su marido, el embajador Wilson por su oposición a la guerra. De hecho, las maniobras para acallar a Wilson dan tan mala imagen de la Casa Blanca republicana que el propio Bush declaró que cesaría a cualquiera de sus colaboradores que hubiera filtrado la identidad de Plame.