El presidente del Gobierno, José María Aznar, ha conseguido un sitio entre las grandes potencias para participar en los preparativos de la resolución de las Naciones Unidas que debe conducirnos a una guerra contra el régimen de Irak.

The Washington Post reveló ayer que el presidente norteamericano, George Bush, y el primer ministro británico, Tony Blair, tenían la intención de presentar esa propuesta ante el Consejo de Seguridad esta misma semana, pero lo aplazaron hasta después de la visita de Aznar, este fin de semana, al rancho de Crawford (Tejas) "para que no pareciese que los dos gobiernos habían llegado a un acuerdo sin incluir a Madrid". Queda claro, pues, que ambos paladines de la cruzada contra el líder iraquí, Sadam Husein, cuentan con el presidente español en todas las fases de esta campaña militar. Una vez obtenida su colaboración incondicional para la movilización de tropas y las tareas de retaguardia, Bush y Blair tenían también que demostrar que contaban con Aznar para la elaboración de los planes de ataque.

SIN FECHA LIMITE

Aunque, de hecho, el borrador de resolución que propondrán Washington y Londres ya está redactado. Según el secretario de Estado de EEUU, Colin Powell, no incluye una "fecha límite", por lo que no se puede calificar de ultimátum. Pero sentencia, en términos contundentes por su brevedad, que Sadam "continúa violando sustancialmente" las resoluciones anteriores --incluida la 1441 aprobada por unanimidad del Consejo el pasado 8 de noviembre--, de forma que la ONU debe dar luz verde a las "graves consecuencias" de las que se hablaba en la 1441.

Esta estrategia para obtener cobertura legal internacional a la "guerra preventiva" en Irak es incongruente con el criterio de la inmensa mayoría de las naciones del mundo y contraria a la opinión de casi todos los miembros del Consejo de Seguridad, donde sólo Estados Unidos, Gran Bretaña, España y Bulgaria apoyan claramente la opción bélica.

Los otros 11 países han expresado su deseo de que se dé más tiempo a los inspectores de desarme de las Naciones Unidas, y Francia y Rusia no han descartado hacer uso de su derecho de veto para frenar la carrera del Pentágono hacia la guerra.

EN BUSCA DE VOTOS

Aun si Bush logra evitar el veto de esos dos países --y el del otro miembro permanente, China--, deberá conseguir cinco votos más (hasta el mínimo de nueve) y le va a costar, porque Siria, México, Pakistán, Chile, Guinea, Angola y --por supuesto-- Alemania han manifestado su voluntad de encontrar una solución pacífica a la crisis. Es decir, Washington tendrá que comprar el voto de Camerún y de otros cuatro países de esa lista. Algunos ya han denunciado que sufren durísimas presiones del coloso americano.

Por ello, los diplomáticos estadounidenses reconocen que tardarán al menos un par de semanas en la negociación, lo que da esperanzas de que el Pentágono retrase su calendario original y aplace la invasión hasta mediados de marzo. Además, esa dilación viene también forzada por otros problemas logísticos; especialmente el que está planteando el Gobierno de Turquía al resistirse a permitir el paso del ejército del norte hacia Irak.

El secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, ha asegurado que EEUU podría invadir igualmente Irak sin pasar por Turquía, aerotransportando fuerzas mecanizadas a la zona norte del país (del tamaño de Suiza) que controlan los kurdos. Esa es sólo una verdad a medias, puesto que el Pentágono necesita poner sobre el terreno material bélico muy pesado que sólo puede llegar por tierra.

Por otra parte, las tropas norteamericanas podrían encontrarse con otro conflicto bélico a sus espaldas: fuerzas turcas (ya hay 7.000 soldados de Turquía dentro de Irak) contra sus tradicionales enemigos kurdos, librando una miniguerra por el control de los ricos campos petrolíferos de la región. Según la revista Newsweek , Ankara no sólo exige fuertes sumas de dinero a EEUU, sino también que decenas de miles de militares turcos ocupen "posiciones estratégicas" dentro de Irak hasta 270 kilómetros al sur de la frontera; o sea, en todo el Kurdistán iraquí.

TORMENTA POLITICA EN ESPAÑA

En Madrid, PSOE, IU y ERC han pedido la comparecencia del vicepresidente económico, Rodrigo Rato, en el Congreso de los Diputados para que explique las gestiones del Gobierno ante el régimen de Sadam Husein con el fin de obtener contratos petrolíferos, después de que EL PERIODICO revelase que España negoció con Irak un contrato de explotación de crudo para Repsol hasta el pasado noviembre, cuando Aznar ya alentaba los planes bélicos de George Bush.

A la tormenta política levantada por esas revelaciones se sumó ayer la tajante condena contra la guerra que emitió la Conferencia Episcopal. Los obispos españoles pidieron que se agotasen todos los medios pacíficos para "evitar la destrucción y muerte que la guerra comporta", sumaron sus voces a las gestiones del papa Juan Pablo II en favor de la paz y, además, subrayaron: "Las guerras son evitables".

Sin duda. Pero para ello hay que buscar las salidas pacíficas, en vez de elaborar previamente los planes de guerra.