Tres años después de la invasión de Irak que realizaron sin permiso de la ONU y contra el deseo mayoritario de los ciudadanos de las dos orillas del Atlántico, el presidente de EEUU, George Bush, y el primer ministro británico, Tony Blair, reconocieron el jueves por la noche haber cometido errores graves en la ejecución de esa guerra que, además, les ha privado del respaldo popular. El "mayor error" de EEUU fueron las torturas y abusos cometidos contra iraquís por soldados estadounidenses en la cárcel de Abú Graib, "algo por lo que hemos estado pagando mucho tiempo", dijo Bush.

A título personal, el presidente republicano se dolió de su "lenguaje duro", porque presentó al planeta una imagen de cowboy desafiante. Frases como "¡Qué vengan!", dirigida en el 2003 a la insurgencia iraquí, y "Vivo o muerto", sobre sus deseos de apresar a Osama bin Laden "mandaron una señal equivocada a la gente", reconoció Bush, que dijo también haber "aprendido algunas lecciones" sobre cómo expresarse de "una forma un poco más sofisticada".

"PROCESO DIFICIL" Por su parte, Blair lamentó no haberse dado cuenta de que la simple caída de Sadam Husein no iba a traducirse en el nacimiento de un Irak democrático, "de que iba a ser un proceso más difícil". El líder británico dijo sentir haber purgado las instituciones iraquís de los miembros del partido Baaz, que respaldaba a Sadam, porque de esa forma las privaron de quienes tenían experiencia.

Bush reconoció también el impacto de las sangrientas imágenes de la guerra sobre los ciudadanos. "Cuando enciendes la televisión y ves día tras día cómo muere gente inocente, afecta a la mentalidad de nuestro país", aceptó, mientras que Blair redondeó la lista de errores dándose por aludido por las acusaciones de haberse "metido en esto con un concepto occidental de la democracia, sin entender que la cultura en Irak era diferente".

A pesar de este mea culpa, ambos líderes insistieron en que se han hecho progresos en Irak con el nuevo Gobierno, pero Bush eludió tenazmente toda indicación de cuándo comenzará a repatriar a los 133.000 soldados que aún siguen en la nación árabe. Como en otras ocasiones, insistió en que sus decisiones dependerán de lo que digan los mandos militares en Irak.