El presidente de Estados Unidos, George Bush, y su homólogo francés, Jacques Chirac, subrayaron ayer, en un encuentro en el Palacio del Elíseo, su voluntad de pasar página a su desencuentro sobre Irak y de trabajar juntos para restaurar en el país "la paz y la seguridad". Ambos dirigentes se mostraron esperanzados en que el Consejo de Seguridad de la ONU apruebe en los próximos días la resolución sobre la transferencia de la soberanía a los iraquís.

Tras un primer encuentro bilateral y antes de una cena de trabajo, los dos mandatarios comparecieron ante la prensa. Chirac recordó que Francia y EEUU tuvieron "un enfoque diferente" sobre la cuestión iraquí, pero insistió en que ahora "no hay alternativa a la restauración de la paz y la seguridad".

LAS DIFICULTADES Ante Bush, Chirac subrayó que "no se han superado las dificultades" en Irak, donde la situación sigue siendo muy precaria. El presidente francés admitió un único logro: "que el régimen del tirano Sadam Husein ya no existe".

Pero más que subrayar sus diferencias, ambos líderes se esforzaron en transmitir el mensaje de que ha llegado el momento de pasar página y trabajar juntos. Así, sobre las negociaciones en el Consejo de Seguridad, Chirac dijo que espera que en "los próximos días se logre aprobar una resolución que otorgue a los iraquís el sentimiento de que han recuperado su soberanía y el dominio de su futuro". El presidente francés precisó que quedan por ultimar cuestiones de competencias de seguridad entre el Gobierno iraquí y la fuerza multinacional, y subrayó que París y Washington "están en la misma línea" sobre el texto.

Bush dio a entender que el acuerdo está muy próximo e informó de la existencia de una carta del Gobierno iraquí en la que se dice que las fuerzas ocupantes actualmente desplegadas en Irak permanecerán en el país después de la transferencia de la soberanía, el 30 de junio, "para ayudar al Ejecutivo a tener éxito en su misión principal". Bush consideró que la misiva del primer ministro iraquí, Iyad Alaui, "fija los parámetros de la cooperación en términos de seguridad en Irak". "Es un paso positivo hacia delante", subrayó Bush, que ya antes de salir de Roma pronosticó: "Pronto tendremos una nueva resolución de la ONU".

A su llegada a París, Bush fue acogido por Chirac en el patio del Palacio del Elíseo. Los dos mandatarios se estrecharon la mano con el gesto sonriente y de forma prolongada para que decenas de fotógrafos inmortalizaran el momento. Fue su primera reunión después de nueve meses y fue el primer acto oficial de la visita de Bush a Francia, que terminará hoy con su participación en la conmemoración del 60º aniversario del desembarco aliado en Normandía, junto a Chirac y otros 17 jefes de Estado y de Gobierno. Chirac aseguró que los franceses "no olvidarán los sacrificios y la sangre vertida" por los estadounidenses en la liberación de Francia y Europa.

MANIFESTACIONES Al margen de la reunión, en el otro extremo de París y al igual que ocurrió en Roma, miles de personas --15.000 según la policía y 25.000 según los organizadores-- participaron en la manifestación convocada por asociaciones pacifistas y de derechos humanos y los partidos comunista y verde contra "la guerra en Irak".

La visita de Bush provocó el despliegue de grandes medidas de seguridad, con unos 5.000 policías y unos 1.200 militares movilizados sólo en la capital. El despliegue será hoy todavía más importante en el cementerio americano de Colleville sur-mer, donde se celebrará un acto en memoria de los soldados caídos en la playa de Omaha.

Bush llegó a París tras reunirse en Roma con uno de sus principales aliados sobre Irak, el primer ministro italiano, Silvio Berlusconi. Ambos reiteraron que el Gobierno iraquí tendrá plena soberanía y que sus tropas permanecerán en Irak "mientras sea útil para la democracia".

OPTIMISMO ITALIANO Berlusconi puso plazo para la aprobación de la resolución: "La próxima semana". Pero Rusia, país con poder de veto en el Consejo, se declaró "satisfecha pero no del todo" con el texto.

Bush elogió a Juan Pablo II, quien la víspera le reprochó su política en Irak y Oriente Próximo. Bush dijo compartir con el Papa el "horror" por las torturas a presos iraquís en Abú Graib.