Tras dejar bien claro que las multitudinarias manifestaciones contra la guerra en todo el mundo no han variado ni un ápice su intención de atacar a Irak, el presidente de EEUU, George Bush, defendió ayer al presidente Aznar, vapuleado por los españoles y por toda la oposición por haberse subido al carro belicista de Washington. Es "un líder valiente que viene al rancho este fin de semana", dijo Bush, y añadió que está "ansioso de tener una buena reunión con él". Además, dijo que José María Aznar es un "hombre con visión" al que se enorgullece de poder llamar aliado, lo mismo que al primer ministro británico, Tony Blair, al que calificó de "amigo".

"VALIENTES" MANDATARIOS

Bush echaba así un cable a sus dos aliados más leales, que atraviesan graves apuros políticos dada la fortísima oposición de las ciudadanías española y británica a la guerra contra Irak. Eso sí, el líder de la Casa Blanca se mostró convencido de que los españoles y los británicos "eventualmente comprenderán" las posiciones de sus "valientes" mandatarios.

Con los ojos y los oídos completamente cerrados a la opinión del mundo, Bush pasó completamente por alto las protestas pacifistas del pasado fin de semana, incluyendo las del medio millón de personas que denunciaron la guerra en las principales ciudades estadounidenses, como Nueva York, San Francisco y Los Angeles. "Eso es lo bonito de la democracia, que permite a la gente expresar su opinión, un derecho que yo apruebo", explicó. Pero, acto seguido, rechazó el clamor pacifista argumentando que tomar decisiones en función del "tamaño de las protestas" es algo así como "hacerlo en función de lo que piense un grupo de personas como indicador".

"Evidentemente, hay quien no ve a Sadam Husein como un riesgo para la paz, y yo disiento respetuosamente", subrayó Bush, antes de reiterar que el dictador iraquí es una "amenaza para EEUU" a la que hará frente. "La guerra es mi última opción, pero el riesgo de no hacer nada es una opción todavía peor", recalcó.

BUSQUEDA DE RESPALDO

Aunque la Casa Blanca repite su decisión de atacar a Irak por su cuenta, con el mero apoyo de la "coalición de los dispuestos", paralelamente está esforzándose para recabar apoyos para la guerra. Por ello, su plana mayor diplomática trabaja a destajo, con la ayuda de Gran Bretaña, para sacar adelante una segunda resolución del Consejo de Seguridad, --tras la 1441 del 8 de noviembre-- que dé luz verde a ese castigo.

Esta resolución "sería útil, ayudaría", dijo Bush, aunque enseguida recordó que no la cree "necesaria". No obstante, también repitió sus advertencias sobre la "irrelevancia" en la que caería el Consejo si algunos de sus miembros permanentes, como Rusia, China y, sobre todo, Francia, insisten en su idea de bloquear el permiso para la guerra.

LA PROPUESTA ES INMINENTE

El portavoz de la Casa Blanca, Ari Fleischer, adelantó que el borrador de la nueva resolución, un texto "relativamente sencillo y no muy largo", podría presentarse a finales de esta semana o la próxima. Washington tendrá que capear antes el chaparrón de críticas a su belicismo que debía comenzar anoche en el Consejo de Seguridad, abierto en sesión extraordinaria a todos los miembros de la ONU. A media jornada de ayer eran ya 60 las naciones que se habían apuntado para hablar en la reunión que podría también prolongarse a hoy.