En Estados Unidos, este año no ha hecho falta siquiera esperar hasta el día de las elecciones para que empiecen los problemas. En un movimiento criticado no sólo por sus rivales demócratas, sino del que también alertan responsables de los comicios, los republicanos han puesto en marcha en Ohio una campaña para impugnar el voto de ciudadanos que el partido considera sospechosos de haber cometido alguna irregularidad en su registro. Los republicanos defienden que con la medida sólo intentan evitar el fraude. Para el resto suena a acoso o, como poco, a una treta que puede ralentizar las votaciones, desanimando a gente que no quiera tener que aguantar largas colas.

El partido del presidente George Bush ha contratado en Ohio, el tercer y aún indefinido estado bisagra con más votos electorales en juego (20), a 3.600 personas. Su misión es acudir el 2-N a los colegios electorales para controlar que todo el que vote cumple los requisitos para hacerlo.

Armados con listas de "sospechosos", si identifican a uno de ellos deben dar una "justificación" razonable de esa sospecha a un trabajador del colegio. Entonces, se interrogará al votante para asegurarse de que cumple los requisitos, que son cuatro: tener al menos 18 años, ser ciudadano estadounidense, ser residente del condado donde se encuentre el colegio electoral y haber vivido en Ohio al menos durante los 30 días previos.

REGISTROS DUDOSOS Los republicanos aseguran que el control es una respuesta necesaria ante la intensa campaña de los demócratas, que han registrado en Ohio a decenas de miles de nuevos votantes. Los conservadores ponen en duda la legalidad de muchos de esos registros, y ya han enviado a las autoridades electorales una lista con 35.000 registrados que consideran sospechosos, pues cartas enviadas a las direcciones que dieron en el registro han sido devueltas.

Los demócratas, a los que beneficia una alta participación, también colocarán cerca de 2.000 personas en los colegios, pero aseguran que su misión no será descalificar votantes, sino protegerlos. "Nuestra preocupación es que los republicanos cuestionarán a un gran número de personas con el propósito de ralentizar la votación, porque este proceso de comprobación es muy largo, y de crear largas colas, para que nuestra gente se vaya sin votar", dijo en The New York Times David Sullivan, que trabaja para el Partido Demócrata como coordinador de la protección de votantes en Ohio.

Esta no es una denuncia exclusivamente partidista. Doug Lewis, director ejecutivo de una asociación internacional de funcionarios electorales, admite que impugnar a un votante es legal, pero advierte claramente de los potenciales problemas: "Esto creará caos y confusión".

NADER, FUERA DE JUEGO Pese a lo que parece un rosario de complicaciones ya inevitables en Ohio, los demócratas recibieron el viernes una buena noticia. El Tribunal Supremo estatal dejó fuera de las papeletas al candidato independiente Ralph Nader. La decisión, aprobada por 6 votos a favor y uno en contra, no es definitiva, pero prácticamente acaba con las esperanzas de Nader en el estado el 2-N, lo que se interpreta como algo muy favorable para John Kerry.