En su discurso de mayor contundencia contra Rusia desde el inicio de las hostilidades militares en Georgia, el presidente de EEUU, George Bush, dio ayer a conocer una doble estrategia para responder a la ofensiva militar rusa y apuntalar a su débil aliado georgiano. Entre acusaciones cruzadas de violaciones del alto el fuego, Bush anunció que encomienda al secretario de Defensa, Robert Gates, la operación de envío de ayuda humanitaria en aviones y barcos de guerra, y que la semana próxima irá a Georgia su secretaria de Estado, Condoleezza Rice.

"Rusia debe mantener su palabra y actuar para poner fin a esta crisis", dijo Bush. Hasta la fecha, el líder de la Casa Blanca se había limitado a condenar la "desproporcionada" respuesta del Ejército ruso al ataque georgiano contra Tsjinvali, capital de Osetia del Sur, sin comprometerse más allá. El envío de soldados en misión humanitaria no supone que el Ejército de EEUU vaya a asumir el control de puertos y aeropuertos.

EUROPA SE INVOLUCRA No solo EEUU decidió involucrarse más. También lo hizo la UE, que ayer mismo, en Bruselas, tras una reunión de ministros de Exteriores, anunció la decisión de "comprometerse sobre el terreno" para que se cumpla el acuerdo aceptado el martes por Rusia y Georgia, tras las gestiones en la zona de Nicolas Sarkozy.

Francia se refirió al envío de "controladores". Pero los europeos, que condicionan cualquier operación en el Cáucaso a que tenga el aval de la ONU, proyectan, de momento, aumentar los observadores que ya tiene en la zona la OSCE. Para la cumbre de ministros de Exteriores de septiembre dejaron la decisión final. No será fácil. Ya hay división en el seno de la UE. Mientras EEUU y el Reino Unido no han ahorrado descalificativos, Francia, Alemania e Italia, todos ellos con vínculos económicos estrechos con Moscú, han hecho vagos llamamientos.