Llegó el día de las despedidas. En realidad George Bush lleva yéndose desde el 4 de noviembre, cuando Barack Obama ganó las elecciones, pero la despedida formal la protagonizó el jueves por la noche (madrugada de ayer hora española) con un discurso televisado a la nación. En su intervención, el mandatario recuperó sus viejos argumentos, se vanaglorió de haber mantenido a salvo al país desde el 11-S y advirtió de que no hay que "bajar la guardia" ante el terrorismo.

"Pasaron los años y muchos americanos pudieron volver a su vida anterior al 11-S. Yo nunca lo hice. Cada mañana, recibí un informe de las amenazas a nuestra nación. Prometí hacer cuanto estuviera en mi poder para mantenernos a salvo", dijo Bush en su discurso, recordando a los estadounidenses que por mucho que la crisis o las dos guerras parecen marcar su legado, es ante todo el presidente del 11-S. Por eso, Bush opina que su mayor logro ha sido que no haya vuelto a haber un atentado en el país.

Eso hace que todo lo demás, según el presidente saliente, sea secundario. "Hay un debate legítimo sobre muchas de mis decisiones. Pero puede haber poco debate sobre los resultados. América ha estado más de siete años sin otro atentado terrorista", dijo. Aun así, según Bush, las cosas no han ido tan mal como se le acusa. Así, Afganistán es "una joven democracia que lucha contra el terrorismo y anima a las niñas a ir al colegio"; Irak, "una democracia en el corazón de Oriente Próximo", y EEUU "promueve la libertad humana, los derechos humanos y la dignidad humana" por el mundo.