El presidente estadounidense, George Bush, desafió ayer el escepticismo de la opinión pública británica e hizo una apasionada defensa de la guerra de Irak, a la vez que prometió ganar la batalla contra el terrorismo. Bush presentó la alianza anglo-americana como un motor para defender la libertad y la democracia en el mundo, a la vez que avisó del peligro de extinción de la ONU si sus resoluciones no sirven para solucionar problemas de la comunidad internacional.

"La gente nos ha otorgado el deber de defenderles y esa tarea a veces requiere el control mediante la violencia de hombres violentos", señaló Bush, que abogó por el "uso moderado de la fuerza", ante una audiencia de expertos en seguridad y asuntos internacionales.

SOLO APLAUSOS El presidente había renunciado a pronunciar su discurso de 50 minutos de duración en el Parlamento de Westminster, para no exponerse a las protestas y abucheos de algunos diputados. En el imponente edificio de Banqueting House, donde sólo escuchó aplausos, Bush habló de la "alianza de valores" entre Londres y Washington y reiteró que su país no se retirará de Irak, a pesar del acoso de la resistencia y las bajas sufridas. "Acabaremos el trabajo que la democracia ha empezado. No fuimos a Irak para rendirnos ante una banda de asesinos", dijo.

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En el conflicto entre Israel y Palestina, donde el primer ministro británico, Tony Blair, querría ver una mayor presión sobre Ariel Sharon, Bush criticó el muro de seguridad que construyen los israelís, pero también censuró al líder palestino, Yasir Arafat, y el apoyo que le da Europa.

La jornada del presidente americano había comenzado con una ceremonia de gran boato, con la que Isabel II, acompañada por los miembros del Gobierno y los principales jefes militares, dieron la bienvenida a su invitado. En el palacio de Buckingham ondearon las banderas de ambos países, sonaron los himnos de las dos naciones, hubo revisión de las tropas de la guardia real y desfile de carruajes, mientras retumbaban en el aire 41 cañonazos disparados desde Hyde Park.

Por la tarde, Bush se entrevistó en la Embajada de EEUU con familiares de algunas víctimas británicas que perecieron en los atentados del 11-S. También mantuvo una breve conversación con los líderes políticos en la oposición, el conservador Michael Howard y el liberal demócrata Charles Kennedy. La jornada concluyó con un gran banquete de gala en el palacio.

La agenda presidencial es hoy una agenda mucho más política, e incluye una reunión en Downing Street entre Bush y Blair, a la que seguirá una conferencia de prensa conjunta de los dos dirigentes. Hay pocas esperanzas de que el primer ministro pueda interceder por los nueve presos británicos recluidos en la base de Guantánamo. Las relaciones con Europa, la situación en Oriente Próximo y, por supuesto, la posguerra en Irak serán los temas centrales del encuentro.

DIA DE MANIFESTACION Hoy también es el día de la gran manifestación contra el inquilino de la Casa Blanca. El recorrido autorizado finalmente por Scotland Yard, después de una larga negociación, pasa no muy lejos de la residencia del jefe del Ejecutivo británico y de los edificios del Gobierno.

El movimiento Parad la guerra y otras organizaciones se han dado cita a las dos de la tarde, con la intención de atravesar el centro de la capital inglesa y concluir su protesta en Trafalgar Square, donde será erigida y derribada una estatua de cartón representando al presidente Bush. Ayer, varios miles de manifestantes se congregaron de forma espontánea en las inmediaciones de Buckingham.