El presidente estadounidense, George Bush, llamó ayer a Europa a forjar una alianza con Estados Unidos, pero según sus propios términos. Bush hizo estas declaraciones en la ciudad polaca de Cracovia, donde se preparó el terreno para enfrentarse por primera vez, primero en San Petersburgo y luego en Evian, a los líderes de los países que le plantaron cara por la guerra en Irak.

La elección de Polonia para lanzar este discurso antes de aterrizar en San Petersburgo no fue casual. Fue uno de los países que se alineó sin fisuras con las posiciones estadounidenses en la defensa de la guerra contra Irak, y que además aportó un pequeño grupo de tropas de élite.

TONO ACUSATORIO

Bush quiso que su discurso en el histórico castillo de Wawel diera fe de su voluntad de pasar la página a las divisiones que marcaron el camino hacia la guerra en Irak, pero dejó claro que no perdona aún la oposición que Washington encontró en algunos de sus aliados europeos, sobre todo Francia y Alemania. Así, en un velado tono acusatorio, el presidente de EEUU recordó que sobre Irak "hubo debates, algunos constructivos y otros no tanto".

Como lleva haciendo desde el 11-S, el jefe de la Casa Blanca reiteró una vez más que los países libres afrontan "un nuevo enemigo: una amenaza letal de grupos terroristas, estados forajidos que buscan armas de destrucción masiva y una ideología de poder que se ceba en los inocentes y justifica cualquier crimen". Por ello aseguró: "Este es un momento para que todos nos unamos en la defensa de la libertad... No es el momento de provocar divisiones en el seno de esta gran alianza".

El presidente estadounidense también afirmó que "Estados Unidos está comprometido con una Alianza Atlántica fuerte para garantizar la seguridad, avanzar en la libertades y mantener la paz en el mundo", y con estos objetivos, llamó a un reforzamiento de la misma.

Bush eligió un lugar tan dramático como el campo de exterminio nazi de Auschwitz-Bikernau para insistir en la necesidad de "resistir al poder del mal".