El presidente de EEUU, George Bush, pidió ayer a su homólogo chino, Hu Jintao, su colaboración para resolver los contenciosos abiertos con Irán y Corea del Norte a raíz de sus respectivos programas nucleares. Sin embargo, el líder de la Casa Blanca chocó con un muro de cortesía oriental, porque Hu no emitió más que vagos pronunciamientos de aquiescencia en este tema y en otros del amplio abanico de cuestiones pendientes entre EEUU y China, sin comprometerse a nada concreto.

"No estamos de acuerdo en todo, pero podemos discutir nuestros desacuerdos en un espíritu de amistad y cooperación", admitió Bush, tras una ronda de conversaciones en el Despacho Oval con Hu, en su primer viaje oficial a Estados Unidos.

El mandatario republicano explicó que el presidente chino estaba de acuerdo en la necesidad de impedir que Irán desarrolle armas nucleares o la capacidad de producirlas, aunque Washington y Pekín deben ponerse de acuerdo "en la táctica" para lograr este objetivo. Tal acuerdo puede convertirse en un auténtico nudo gordiano, ya que China rechaza la amenaza o las sanciones a Teherán.

Tampoco sobre Corea del Norte hubo avances. Bush pretendía obtener de su homólogo chino el compromiso de mediar más activamente ante Pyongyang, para convencer al régimen comunista de que vuelva a las conversaciones a seis bandas para detener su programa de armas nucleares. "Nosotros siempre hemos hecho esfuerzos constructivos para desnuclearizar la península coreana", se limitó a decir Hu.

TABLAS SOBRE EL DEFICIT En el espinoso tema del inmenso desequilibrio comercial entre los dos países, el pulso quedó también en tablas. Bush subrayó que su homólogo chino "reconoce que el déficit comercial es insostenible", mientras Hu se limitó a asegurar que su país "ha tomado medidas y continuará tomándolas para resolver el tema". Con ello, seguirán creciendo las voces de los congresistas que abogan por aplicar aranceles a los productos chinos.

Bush tampoco pudo ofrecer ni siquiera un indicio de avance en cuanto a la cotización de la moneda china, el yuan, que para la Casa Blanca es demasiado baja.

ACTO SIMBOLICO La cumbre celebrada ayer en Washington tuvo sin embargo un peso simbólico, como reconocimiento palpable de Washington al creciente poder del gigante asiático. Por su parte, Hu se esforzó en proyectar una imagen amistosa, para contrarrestar la amenazadora sombra que su país proyecta cada vez más, por su rápido desarrollo económico y militar.

La embarazosa protesta de una miembro de la secta Falungong ensombreció la ceremonia de bienvenida a Hu. La mujer, Wang Wenyi, que trabaja como patóloga en Nueva York, había sido acreditada como periodista por el diario The Epoch Times e interrumpió el discurso del presidente chino al grito de: "Presidente Bush, impídale que siga asesinando". "Presidente Hu, sus días están contados", gritó.

Ante la Casa Blanca, varios centenares de personas protestaron contra las violaciones de los derechos humanos en China.