El muro que Israel levanta en Cisjordania, que algunos palestinos interpretan como un intento israelí de marcar una frontera de hecho y evitar las negociaciones bilaterales, puede salirle muy caro. La Administración de EEUU parece dispuesta a ir más allá del "desacuerdo amistoso" que el presidente George Bush y el primer ministro israelí, Ariel Sharon, mostraron en su último encuentro en Washington. Entre las medidas de presión para detener la construcción, la Casa Blanca estudia reducir la ayuda de 9.000 millones de dólares aprobada por el Congreso de EEUU.

La reducción de esa ayuda está aún en fase de estudio. Sin embargo, su mero planteamiento, del que informó primero el diario Haaretz y que ha pillado "por sorpresa" a las autoridades israelís, demuestra cierto giro en la postura del presidente de EEUU.

CAMBIO DE ACTITUD

Bush había evitado hasta la fecha cualquier confrontación con Israel. Pero ahora parece dispuesto, por primera vez, a incrementar la presión sobre Tel Aviv, e, incluso, a correr el riesgo de enfriar las relaciones, como pasó cuando su padre congeló por última vez una ayuda a Israel.

La ley aprobada por el Congreso es parte de un paquete de ayuda que incluía 1.000 millones de dólares para paliar en Israel los efectos de la guerra de Irak. En el texto se prohíbe expresamente que el dinero se invierta en los asentamientos en Gaza y Cisjordania. Según diversos congresistas, Israel ya ha violado la ley puesto que el muro entra en Gaza y Cisjordania para proteger los asentamientos.

LA TREGUA

Mientras, el primer ministro palestino, Abu Mazen, pidió ayer a Hamas y la Yihad Islámica que prolonguen la tregua con Israel durante el encuentro mantenido con estos grupos islámicos palestinos, que proclamaron un alto el fuego de tres meses el pasado 29 de junio. Según una encuesta de la universidad Bir Zeit, en Cisjordania, el 74% de palestinos apoyan la tregua unilateral de los radicales. Según este mismo sondeo, más del 60% de los encuestados se declaran satisfechos con la gestión de Abu Mazen.