George Bush, 43º presidente de Estados Unidos, juró ayer solemnemente su cargo por otros cuatro años más, ante miles de personas y miembros del Gobierno, que desafiaron las frías temperaturas de la capital estadounidense. El dirigente realizó un llamamiento a la unidad nacional, tras las divisiones puestas de manifiesto durante las pasadas elecciones, pero dedicó sus mayores energías a proclamar su objetivo de acabar con la tiranía y extender la libertad "hasta los rincones más oscuros del mundo".

"La mejor esperanza para la paz en nuestro mundo es la expansión de la libertad en todo el mundo", afirmó en el discurso que pronunció tras jurar su cargo. "Todos los que viven en tiranía y sin esperanza deben saber: EEUU no va a olvidar vuestra opresión ni a disculpar a vuestro opresores", añadió.

INSTITUCIONES DEMOCRATICAS Bush aclaró que apoyará "el crecimiento de los movimientos e instituciones democráticas en cualquier nación y cultura, con el objetivo último de acabar con la tiranía" en el mundo. Sin embargo, también matizó que el logro de este fin "no es, en principio, tarea de las armas" y proclamó que EEUU "no impondrá" su estilo de Gobierno a "quienes no estén dispuestos" a aceptarlo. No obstante, advirtió de que mantener buenas relaciones con Washington "requerirá que los gobiernos traten decentemente a sus propios ciudadanos".

La cruzada para acabar con la opresión en el mundo lanzada ayer por Bush obedece a un convencimiento: "La supervivencia de la libertad en nuestra tierra depende cada vez más del éxito de la libertad en otras tierras". El dirigente dijo haber llegado a esta conclusión empujado "por los acontecimientos y el sentido común". El principal de esos sucesos fue el 11-S, los sangrientos ataques que marcaron todo su primer mandato y le llevaron a declarar la guerra al terror.

Bush no mencionó ayer esa guerra ni las dos que lanzó contra Afganistán (octubre 2001) e Irak (marzo 2003), pero recalcó que no bajará la guardia. "Mi deber más solemne es proteger a esta nación y a su pueblo contra otros ataques y amenazas emergentes", declaró, tras dejar claro que ha visto su "vulnerabilidad" y su "más profunda fuente", que concretó en la "tiranía y el resentimiento" que oprime a regiones enteras del planeta.

CISMA ATLANTICO En su discurso, centrado en sus objetivos exteriores, Bush extendió además una rama de olivo a los aliados europeos que alienó con el lanzamiento de la guerra contra Irak. "Todos los aliados de EEUU deben saber que honramos su amistad, nos apoyamos en su consejo y dependemos de su ayuda", afirmó, con una nota de humildad que podría augurar un cambio de tono en Washington, para tratar de cerrar el cisma causado entre las dos orillas del Atlántico. El presidente visitará Europa a finales de febrero con este objetivo.

Tres expresidentes, los demócratas Jimmy Carter y Bill Clinton, y el republicano George Bush padre, presenciaron el juramento de Bush, lo mismo que su derrotado rival de las pasadas elecciones, el senador demócrata John Kerry, sentado en la tribuna a escasos metros. "Me esforzaré de buena fe en curar nuestras divisiones", prometió el presidente estadounidense, que entra en su segundo mandato con el menor apoyo popular (sólo el 49%) desde su predecesor republicano Richard Nixon, un sondeo publicado este mes por la agencia Associated Press.

Poco antes del mediodía, Bush pronunció las 35 palabras del juramento, con la mano sobre la Biblia de su familia, que sostenía su esposa, Laura, y ante el presidente del Tribunal Supremo, William Rehnquist. Previamente, el vicepresidente, Richard Cheney, había jurado ante el presidente de la Cámara de Representantes, el republicano Dennis Haster.