El presidente de EEUU, George Bush, se proponía anoche frenar la pérdida de apoyo a su gestión producida por el creciente escepticismo de los estadounidenses sobre la guerra de Irak. En un discurso televisado, Bush tenía previsto explicar que ve "un camino claro hacia la victoria", según adelantó su portavoz, Scott McClellan. "Nos jugamos mucho", dijo el portavoz, sensible al sondeo de The Washington Post que ayer dejó claro, por primera vez, que son mayoría los ciudadanos convencidos de que Bush los "engañó intencionadamente" para ir a la guerra.

Además del 52% de estadounidenses que se sienten engañados sobre Irak, el 56% desaprueba la gestión de la guerra, en la que han muerto 1.741 soldados estadounidenses desde la invasión, en marzo del 2003. Aun así, el temor a lo que pueda pasar si los 140.000 soldados de EEUU se retiran impulsa al 58% de consultados por el Post y la cadena ABC a respaldar que sigan en Irak hasta que se logre la paz.

Bush se proponía anoche subrayar este punto, animando a los ciudadanos a tener paciencia y mantener su apoyo a las tropas hasta que acaben su "misión". Para ello escogió un marco militar, la base de Fort Bragg (Carolina del Norte), una de las mayores del Ejército de EEUU. Allí debía pronunciar su alocución a la hora de mayor audiencia, las ocho de la noche (las dos de la madrugada en España).

ACABAR EL TRABAJO No se esperaba ningún anuncio concreto de cambio en la estrategia militar o política del presidente en este sangriento conflicto, según dio a entender su portavoz. Horas antes, la secretaria de Estado, Condoleezza Rice, recalcó que Bush abogaría por "terminar el trabajo". "El presidente va a apelar al pueblo que le reeligió y a repetirles por qué es importante que acabemos el trabajo".

No son sólo los ciudadanos los que están perdiendo la paciencia. La oposición demócrata y algunos republicanos exigen una estrategia de salida del "cenagal" iraquí, y algunos han llegado a pedir un calendario específico de repatriación del contingente estadounidense, que en teoría debería empezar en octubre del 2006. Pero Bush se ha negado a establecer un calendario con el argumento de que beneficiaría a los insurgentes: según él, podrían limitarse a esperar a que las tropas se vayan del país.

LAS PROCLAMAS DE RUMSFELD Por su parte, la plana mayor del presidente sigue manteniendo que la insurgencia iraquí "será derrotada", tal y como proclamó el pasado jueves el secretario de Defensa, Donald Rumsfeld. No obstante, Rumsfeld advirtió que no será una tarea fácil, y que podría exigir hasta una docena de años, dado que la cúpula militar de EEUU considera que los rebeldes no bajan la guardia.

Con esas declaraciones Rumsfeld parecía contradecir al vicepresidente, Dick Cheney, quien recientemente manifestó que los rebeldes están "en la agonía".