Ante la oposición internacional mayoritaria a sus planes de guerra en Irak, el presidente norteamericano, George Bush, ha decidido recurrir al juego sucio del espionaje para ganar la partida en la ONU.

Por orden de su asesora de Seguridad Nacional, Condoleezza Rice, los espías de EEUU han pinchado los teléfonos y correos electrónicos (tanto en las oficinas como en los domicilios) de los diplomáticos de los países miembros del Consejo de Seguridad cuyo voto está en duda y que ya son conocidos como "los seis del medio": Angola, Camerún, Chile, Guinea (Conakry), México y Pakistán. El semanario británico The Observer ha revelado el contenido del memorando en el que se da instrucciones para cometer esa violación de los tratados internacionales, con el fin de descubrir "la política, las posiciones negociadoras, las alianzas y las dependencias" de esas naciones, susceptibles de ser presionadas o compradas para que apoyen una resolución que dé luz verde a la guerra.

Dicho memorando fue emitido el 31 de enero, justo al día siguiente de que se publicara el Manifiesto de los Ocho , la carta impulsada por el presidente del Gobierno, José María Aznar, y el premier británico, Tony Blair, en apoyo de los planes de EEUU. Desde entonces, los miembros no permanentes del Consejo de Seguridad han denunciado presiones y hasta amenazas de EEUU, que les ha advertido --con "hostilidad"-- de las desagradables consecuencias económicas que puede tener oponerse a los designios de la Casa Blanca.

EL ´CERROJO´ DE TURQUIA

Igualmente coaccionado debe sentirse el Gobierno de Ankara tras la decisión del Parlamento turco de no autorizar el paso por territorio de Turquía de los 62.000 soldados norteamericanos que deben invadir el norte de Irak. Aunque los estrategas del Pentágono afirman tener un "plan B" (para aerotransportar las tropas al Kurdistán iraquí), lo cierto es que ese cerrojo turco complica enormemente la logística de la invasión, prevista hasta ahora por la Casa Blanca como una operación de tenaza desde el norte y el sur del país.

Ahora, no sólo perderá Ankara la ayuda económica prometida por Washington, sino que puede también quedarse sin los préstamos del Fondo Monetario Internacional que necesita para superar la más profunda recesión que haya sufrido la economía turca desde 1945.

Es muy posible, pues, que el líder del partido islámico AKP en el poder, Recep Tayyip Erdogan, decida volver a presentar al Parlamento para una nueva votación la moción que autorizaría los planes bélicos de Estados Unidos. Sin embargo, muchos analistas advierten de que eso puede precipitar la dimisión de numerosos diputados del AKP, más de un centenar de los cuales ya votaron en contra de su líder el pasado sábado.

EL ´PELIGROSO´ DESARME IRAQUI

Aún más peligroso para las intenciones bélicas de Bush es el auténtico desarme que se está produciendo en Irak y que --además de continuar con la destrucción de los misiles Al Samud 2-- incluye ahora la entrega de los arsenales neurotóxicos iraquís y de pruebas de la eliminación de armas químicas, una exigencia fundamental de los inspectores de la ONU. Su jefe, Hans Blix, tendrá que reconocer esos avances en su próximo informe verbal (este viernes) y se complicará enormemente el empeño de Bush, Blair y Aznar en obtener los nueve votos precisos en el Consejo de Seguridad para aprobar una nueva resolución que legitime la guerra.

Además, los inspectores han podido entrevistar en privado --y sin grabadoras-- a científicos iraquís especializados en armas biológicas y desarrollo de misiles, con lo que los partidarios de la guerra se están quedando sin argumentos para convencer al mundo de la peligrosidad y falta de cooperación del régimen de Sadam Husein.

SOSPECHAS EN PAKISTAN

Así que, al iniciarse una semana crucial en la cuenta atrás bélica, a Bush sólo le cabe una satisfacción: la captura en Pakistán del dirigente de Al Qaeda --y presunto cerebro del 11-S-- Jalid Sheij Mohamed. Sin embargo, la detención de ese supuesto brazo derecho de Osama bin Laden está teñida de sospecha, ya que los testigos de la operación policial en Rawalpindi aseguran que sólo fue arrestado un hombre: Ahmed Quddus, mentalmente retrasado.

Hay analistas que sostienen que, en realidad, Jalid Sheij Mohamed, ya fue capturado el pasado septiembre durante la redada en la que cayó, en Karachi, otro de los cerebros del 11-S (Ramzi bin al Shibh, que fue entregado a EEUU), pero su detención no ha sido anunciada hasta que le ha interesado a Washington.

Teniendo en cuenta que EEUU tiene detenidos e interrogados en secreto a cientos de sospechosos, sin defensa ni proceso, ese otro juego sucio no parece inverosímil.