El presidente estadounidense, George Bush, intentará renovar los vínculos de Estados Unidos con Europa mediante una visita especial a la OTAN y a la Unión Europea (UE) el 22 de febrero. Según anunció ayer el secretario de Estado saliente, Colin Powell, en el Consejo de Ministros de Asuntos Exteriores de la Alianza Atlántica, Bush tratará de zanjar los profundos desacuerdos causados por la guerra de Irak. La visita pretende ser un nuevo comienzo de las relaciones de Bush con sus aliados europeos, coincidiendo con el inicio de su segundo mandato presidencial.

Francia y Alemania, los países que lideraron la oposición a la guerra, acogieron el anuncio como "la oportunidad para un nuevo consenso transatlántico", como indicó el ministro alemán, Joschka Fischer. "Sean cuales sean nuestras desavenencias del pasado, que no olvidamos, queremos mirar hacia adelante", dijo el ministro francés, Michel Barnier. Francia pidió un "nuevo diálogo transatlántico" que reconozca el creciente papel de la UE como potencia internacional.

El ministro español, Miguel Angel Moratinos, mantuvo una breve conversación con Powell al inicio de la reunión para expresarle el deseo del Gobierno español de mantener unas relaciones "al mejor y más alto nivel" con la Administración de Bush.

Pese a las declaraciones oficiales, las divergencias sobre Irak dominaron los debates de la OTAN. Ante la resistencia de los aliados a facilitar instructores y tropas de apoyo para impulsar la misión de entrenamiento del Ejército iraquí a gran escala, la OTAN tuvo que contentarse con aprobar una ampliación testimonial de la actual misión. La negativa de España, Francia, Alemania, Turquía, Grecia y Bélgica de enviar un oficial a Irak provocó críticas de Washington, que acusó a estos países de dañar la credibilidad de la OTAN.

Los aliados lograron que Moscú se comprometa a no inmiscuirse en las elecciones de Ucrania y que suscriba una declaración en favor de la "independencia, la soberanía y la democracia" en este país.