Al menos 40 personas perecieron ayer en Irak en una serie de atentados cometidos la mayoría en Bagdad. La policía informó además del ataque a seis mezquitas chiís el sábado en la región de Baquba, al este de la capital, que no produjeron víctimas. Entre tanto, los sunís amenazaron con abandonar las negociaciones para formar el Gobierno de unidad nacional, a una semana de que expire el plazo que tiene el nuevo primer ministro para presentar al Parlamento el nuevo Ejecutivo.

El atentado más mortífero se registró junto a uno de los controles que dan acceso al aeropuerto internacional de Bagdad, cerca de una de las principales bases del Ejército de EEUU. Las explosiones de dos vehículos conducidos por suicidas mataron a 14 personas e hirieron a otras 6. En el resto de la capital estallaron cuatro bombas, tres dirigidas contra patrullas de la policía y otra contra un mercado del sur de Bagdad. Estos atentados acabaron con la vida de 11 personas, ocho de ellas civiles.

ATAQUE A UN CONVOY En otras partes del país la violencia se cobró 15 vidas más. Tres de los muertos eran guardaespaldas del ministro de Exteriores iraquí, el kurdo Hoshiar Zebari, que fallecieron en una emboscada. El ministro no estaba en el convoy en el que viajaban los agentes. En Basora, al sur del país, un ataque con explosivos mató a dos soldados británicos el sábado, lo que eleva a 111 el número de militares del Reino Unido muertos en Irak desde la invasión del 2003.

En el plano político, las negociaciones que llevan a cabo chiís, sunís y kurdos para formar Gobierno no van por buen camino. Una fuente chií dijo ayer que, ante las dificultades para formar el Ejecutivo, el primer ministro, el chií Nuri al Maliki, podría posponer la designación de los ministerios más polémicos, como Defensa e Interior, que asumiría él mismo de forma provisional hasta resolver la crisis.