La explosión de cinco granadas en el distrito financiero de Bangkok provocó ayer la muerte de tres personas e hirió a otras 75. El ataque aumenta, más si cabe, las fuertes tensiones de las últimas semanas entre el Gobierno y los opositores al régimen, conocidos con el sobrenombre de camisas rojas , por ser su atuendo habitual.

El Gobierno no tardó en atribuir la autoría del ataque a los camisas rojas, mientras los líderes de la oposición negaron su responsabilidad en el asalto mortal. Las cinco explosiones se produjeron en una zona del centro de la capital muy concurrida --llena de bancos y hoteles y fuertemente custodiada por militares--, donde en aquel momento estaban concentrados los defensores del Gobierno.

Tras las explosiones se vivieron momentos de pánico entre los ciudadanos que corrían por aceras ensangrentadas y sembradas de cristales de ventanas y escaparates. Decenas de simpatizantes progubernamentales lanzaron posteriormente botellas de vidrio y piedras a los opositores, hasta que una carga policial les obligó a separarse en sentidos contrarios.