Cinco hombres fueron condenados hoy a cadena perpetua tras ser declarados culpables de conspirar para perpetrar atentados con fertilizante contra diferentes objetivos en el Reino Unido, incluidos un centro comercial y una discoteca. El cabecilla de la célula, Omar Khyam, que ha sido vinculado a un dirigente de la red terrorista Al Qaeda y con dos suicidas de los atentados del 7 de julio del 2005 en Londres, tendrá que pasar un mínimo de 40 años en prisión.

Los otros integrantes del grupo, Waheed Mahmood, Jawad Akbar, Salahuddin Amin y Anthony Garcia, tendrán que pasar al menos entre 35 años y 40 años en la cárcel. Al dictar su sentencia, el magistrado Michael Astill afirmó que los condenados, todos de nacionalidad británica, habían "traicionado" a un país que les había dado todas las oportunidades.

Otros dos sospechosos fueron absueltos de su participación en la trama, desmantelada por la Policía en el 2004 después de una larga investigación con ramificaciones en Pakistán y Afganistán. El grupo había comprado 600 kilos de nitrato de amonio a comerciantes agrícolas y los almacenaban en un depósito en Hanwell, en el oeste de Londres, a la espera de utilizarlos para los ataques.

Según explicó el fiscal durante el juicio, uno de los más largos sobre terrorismo vistos por la justicia del Reino Unido, los hombres entraron en contacto por su simpatía común con las causas musulmanas en todo el mundo. Los cabecillas concluyeron que la violencia era la respuesta y organizaron entrenamientos en campos militares secretos en Pakistán.

Desde su sede en Gran Bretaña, barajaron atentar contra varios blancos, entre ellos el centro comercial de Bluewater, en el condado de Kent (sur inglés), y la discoteca londinense "Ministry of Sound". También se plantearon atacar el sistema británico de suministro de gas y electricidad y el Parlamento del Reino Unido durante la sesión semanal de preguntas al primer ministro.

Mientras el grupo trazaba sus planes, los servicios de contraespionaje británicos del MI5 habían localizado a algunos de ellos, alertados también por el personal del almacén, y los tenían bajo vigilancia. Al parecer, los agentes sustituyeron el fertilizante por una sustancia inocua y continuaron con la investigación, que culminó en una serie de redadas en el 2004.