Cuando el mundo empezaba a pensar que la protesta en Egipto languidecía, todo el pueblo egipcio estuvo representado ayer en la impresionante y multitudinaria manifestación que llenó, como probablemente nunca antes, la plaza Tahrir (Liberación), para exigir un día más la dimisión y exilio del presidente Hosni Mubarak. No son los militares los que, con sus tanques y soldados, mantienen cercados a los resistentes que ocupan día y noche Tahrir, son los egipcios los que, de una manera pacífica, acorralan cada día más y con más fuerza al régimen. Aunque en este país es aventurado lanzar predicciones, la presión popular mantiene a Mubarak más cerca que nunca de su caída definitiva.

En la manifestación de ayer no solo fueron los activistas y militantes de la heterogénea oposición los que ocuparon la plaza, sino también miles de familias enteras. Matrimonios con sus hijos o nietos, hombres y mujeres de toda clase, edad y condición. Jóvenes de los barrios más pudientes y de los más empobrecidos, los más en esta inmensa ciudad de 15 millones de habitantes.

UNIDOS EN UNA SOLA MANO Había empresarios, abogados, jueces y comerciantes, obreros y desempleados. Y, también como nunca antes, decenas de miles de mujeres, algunas con el velo o el niqab y otras vestidas a la última moda occidental. Todos unidos en una sola mano, uno de los eslóganes de esta revuelta, para gritar "¡Mubarak vete ya!". Había incluso gente que, a pesar de conformarse con que el presidente abandone el poder en otoño, al acabar su mandato, no quiso perderse la convocatoria.

Es conmovedor ser testigo del respeto y veneración que los manifestantes muestran a los "mártires de Tahrir", las más de 300 personas que han muerto víctimas de la represión. Las fotos de los muertos, publicadas en los periódicos opositores, han sido reproducidas y colgadas y paseadas por los manifestantes.

Ahmed colocó entre el gentío un cartel con el retrato de Mohamed Ehab el Maggar, un niño de ocho años que murió por disparos de la policía en el pueblo de Kafar el Dawar. "El pasado viernes 28, la policía entró en su casa, mató al niño e hirió gravemente a su madre y hermana de 10 años", dice Ahmed, vecino de la familia, sentado frente a la fotografía del pequeño. Otra de los mártires es la joven Saly Zahran, a la que las turbas de Mubarak asesinaron cuando intentaba entrar el miércoles pasado en la plaza Tahrir. Una gran pancarta con su rostro sonriente cuelga de una esquina de la plaza.

La multitud, que se mueve de un lado a otro, lo hace en grupos separados. Se oyen arengas por todas partes, incluso los niños, megáfono en mano, no dudan en subirse a hombros de sus padres para lanzar consignas contra el régimen. "Revolución hasta el final en todas las calles de Egipto", responde la gente a una niña de apenas 12 años de edad.

REVOLUCION INIMAGINABLE "Debemos ser un millón de personas", explica Salma, una doctora de 35 años en un perfecto inglés. "El viernes, que es nuestro día festivo, seremos muchos más". "Ya está bien de ladrones y saqueadores", añade con ira. A su lado hay un grupo de hombres encorbatados, todos abogados, que acaban de salir de sus despachos y se han incorporado a la manifestación a primera hora de la tarde. "Nadie en este país se imaginaba que íbamos a tener una revolución como esta", señala uno de ellos.

Y mucho menos el régimen, del todo desbordado por los acontecimientos. "No nos ha dado nada de lo que hemos pedido", clama Rafiq, un juez harto de una "justicia para los ricos y los adictos". El vicepresidente de país, Omar Suleiman, según todos los indicios el hombre fuerte del régimen, anunció ayer la creación de un comité para reformar la Constitución, una decisión que tampoco aplacará las protestas de los ciudadanos.

"Es vergonzoso como Estados Unidos y Europa hablan de progresos en las negociaciones y no exigen la dimisión de Mubarak", denuncia la activista de derechos humanos Amal Abdel Hadi. "Desde hace 30 años conocen la naturaleza de este régimen, que tortura, roba y humilla al pueblo, y siempre han callado. Dígale a los dirigentes europeos que no los necesitamos. Esta es nuestra revolución y el pueblo egipcio, solo el pueblo egipcio, acabará con el tirano".