Los camisas rojas están de vuelta. Unos 10.000 manifestantes regresaron ayer a las calles de Bangkok para protestar por la represión que puso fin seis meses atrás a su movimiento popular. Los camisas rojas marcharon por el distrito comercial de Ratchaprasong, donde antes de la sangrienta entrada del Ejército se habían hecho fuertes 100.000 seguidores del depuesto exprimer ministro Thaksin Shinawatra.

Tal como prometieron, la marcha se desarrolló pacíficamente. Los camisas rojas recordaron a los 91 muertos y más de 1.800 heridos con cánticos y pidieron justicia para los responsables. Marcharon con su tradicional color rojo, al que añadieron crespones negros en señal de duelo por las víctimas.

REORGANIZACION El tráfico se resintió y muchos de los establecimientos de lujo, que seis meses atrás fueron arrasados, cerraron las puertas como medida de prevención. Los expertos sostienen que la falta actual de líderes del movimiento resta peligro de contagio a las protestas. Sin embargo, han demostrado su capacidad de reorganización a pesar de que el estado de excepción que aún rige prohíbe las reuniones de más de cinco personas. El Gobierno de Abhisit Vejjiajiva había permitido la manifestación tras recibir la promesa de que no sería violenta.

La conmemoración del aplastamiento militar había empezado por la mañana, cuando un centenar de camisas rojas se concentró frente a la prisión de Remand, en la capital, para exigir la libertad de los líderes antigubernamentales. Una veintena de ellos permanecen encarcelados, acusados de terrorismo, a pesar de que aún no han sido juzgados. Una delegación de los manifestantes recibió el permiso para entrevistarse con ellos en la prisión durante 20 minutos.

La nueva irrupción de los camisas rojas revela la incapacidad del Gobierno para lograr la reconciliación prometida. Los líderes del movimiento opositor acusan al Ejecutivo de Abhisit de ilegítimo, ya que llegó al poder burlando la voluntad popular a través de pactos oscuros amparados por el estamento militar. Le culpan de gobernar atendiendo solo a las élites del país y descuidando las necesidades de los más desfavorecidos.

Sus protestas llegaron a su apogeo en abril y mayo, cuando ocuparon el pulmón comercial y financiero de la capital. El Gobierno tailandés ordenó finalmente el desalojo el pasado 19 de mayo, que causó 91 muertos, casi todos civiles. En los últimos meses ha habido varias detonaciones en la capital, que el Gobierno atribuye a los camisas rojas y estos niegan.