Las únicas certezas de las elecciones presidenciales argentinas son que ayer se cerró la campaña, que los comicios se celebrarán el domingo y que habrá segunda vuelta. Lo demás es una incógnita. El final es tan reñido que los encuestadores no se atreven a predecir quiénes serán los candidatos que competirán el 18 de mayo. Hay tres peronistas (partido en el poder) y dos exradicales en liza. Pero ninguno supera el 20% de los votos ni saca mucha ventaja respecto a sus rivales.

Quienes tienen más posibilidades de acceder a la siguiente ronda son el expresidente Carlos Menem; Néstor Kirchner, el candidato peronista respaldado por el presidente Eduardo Duhalde; y Ricardo López Murphy, que fue ministro de Fernando de la Rúa y tiene en su entorno a funcionarios de la última dictadura.

Anoche todos los candidatos cerraron sus campañas con promesas electorales. Lo cierto es que ninguno seduce mucho a los votantes y por eso las opiniones cambian en horas. Semejante volatilidad no tiene precedentes en un país donde solían pesar las identidades partidarias y nunca hubo segunda vuelta. Según una encuesta del consultor Enrique Zuleta Puceiro, sólo el 53% de electores votarán "con seguridad" al candidato que tenían pensado. Así es que Kirchner ha comenzado a recibir en las últimas horas el respaldo de votantes de centroizquierda temerosos de un segundo turno entre Menem y López Murphy, dos hombres más neoliberales y que defienden una alianza con Washington. Otros electores pasan de confiar su voto a Menem a inclinarse por López Murphy, al ver que un hombre de una derecha más clásica cuenta con posibilidades de ganar. El expresidente, en tanto, confía en su voto en el interior del país y los suburbios bonaerenses.