El argumento central de Donald Trump para defenderse en el escándalo que ha llevado a que se abra una investigación de impeachment en su contra es asegurar que no usó la ayuda económica a Ucrania como herramienta de presión para que Kiev acometiera investigaciones que iban en su interés político personal. El jueves, no obstante, el jefe de gabinete en funciones, Mick Mulvaney, reconoció que sí hubo quid pro quo y lo justificó. La prensa, las cámaras y la transcripción oficial de la rueda de prensa no dejan ninguna duda de lo que dijo Mulvaney. Reconoció que Trump quería que Ucrania investigara una teoría conspirativa, desacreditada, que asegura que Kiev y no Moscú estaba detrás del pirateo informático de los servidores del Comité Nacional Demócrata, un ataque que estuvo en la base de la investigación del fiscal especial Robert Mueller que sigue siendo una obsesión para Trump.

El propio Trump ordenó a sus asesores arreglar el desaguisado y antes de las cinco de la tarde la Casa Blanca enviaba a los periodistas un comunicado de Mulvaney en el que daba marcha atrás en sus declaraciones. El episodio muestra el caos en la estrategia de defensa de Trump.