El miedo a aludes de lodo y deslizamientos de tierra extendió la alerta a media docena de estados de México e incluso al Distrito Federal. El ayuntamiento de la capital mexicana preparó un centenar de refugios para albergar a unas 30.000 personas, algo menos de las que estima que viven en 435 "asentamientos de alto riesgo" y en más de 6.300 viviendas consideradas en peligro.