El líder de la oposición de Venezuela, Henrique Capriles, se ha distanciado de los actos de violencia callejera después de que siete muertes amenazaran con convertir la disputa postelectoral en el país sudamericano en una crisis abierta.

Capriles había planeado encabezar una marcha hacia el Consejo Nacional Electoral para exigir un recuento nuevo después de que los resultados oficiales concedieran la victoria por un estrecho margen al presidente venezolano Nicolas Maduro, el sucesor designado por Hugo Chávez.

Sin embargo, ante el cariz que tomaban los acontecimientos, el líder opositor ha cancelado este martes la marcha, asegurando que el Gobierno estaba conspirando para "infiltrarla", provocar problemas y culparle a él.

"A todos mis seguidores ; esto es una lucha pacífica; quien esté involucrado en violencia, no es parte de este proyecto, no es parte de mi", ha asegurado Capriles a los reporteros. "Me va a dañar", ha resumido.

Poco antes, el Gobierno venezolano había dicho que siete personas habían muerto el martes y había acusado a los simpatizantes de estar planeando un golpe de Estado, al tiempo que había confirmado que no permitiría que la manifestación siguiera adelante. Su Gobierno amenaza con llevar a Capriles ante los tribunales.

Enfrentamientos violentos

Alrededor de 135 personas resultaron muertas y más de 60 heridas durante los enfrentamientos violentos del lunes, incluyendo una mujer a la que una muchedumbre intentó quemar viva.

En un barrio pudiente de Caracas, la policía disparó gas lacrimógeno y pelotas de goma para dispersar a jóvenes que coreaban gritos de "fraude" mientras bloqueaban las calles, quemaban neumáticos y lanzaban piedras.

Las protestas fueron mucho más tranquilas el martes. Miles de simpatizantes de Capriles se congregaron de forma pacífica en el exterior de la sede del Consejo Nacional Electoral (CNE).