El expresidente de EEUU Jimmy Carter recaló ayer en Siria para reunirse con dos de las personalidades más controvertidas de Oriente Próximo: el presidente sirio, Bashar el Asad, y el máximo líder de Hamás, Jaled Mes- hal. Carter y Meshal trataron del futuro del soldado israelí Guilad Shalit, en poder de las milicias palestinas desde el 2006.

Otro encuentro estaba previsto para anoche "entre consejeros de Carter y miembros del buró político de Hamás acerca del precio a pagar por la liberación del soldado capturado y acerca del fin de los disparos de cohetes contra Israel", aclaró Mohamed Nazzal, de Hamás.

Ni los desplantes israelís ni la crítica de EEUU han doblegado la voluntad de Carter de hablar con los islamistas. Según declaró a Haaretz , Carter quiere servir de interlocutor entre las dos facciones. Su ejemplo ha cundido. El ministro israelí Eli Yishai dijo ayer, tras hablar con él, que está dispuesto a capear la prohibición y reunirse con Hamás para negociar el canje de prisioneros.

La visita del expresidente estadounidense también ha servido para reavivar el debate. ¿Debería hablar la comunidad internacional con Hamás o debe mantener la política de aislamiento y sanciones impuesta después de que los islamistas se negaran a reconocer a Israel y a renunciar a la lucha armada tras ganar las elecciones? Este diario ha hablado con varios diplomáticos europeos y parece haber una colisión frontal entre el criterio de Bruselas y el de sus representantes.

"Nuestra estrategia no está dando ningún resultado. Ni la economía florece en la Cisjordania del presidente palestino, Mahmud Abbás, como se prometió, ni en Gaza el pueblo se ha rebelado contra Hamás. Más bien al contrario, estamos reforzando a los radicales", asegura un diplomático europeo. "El problema de Hamás --apunta otro-- no va a desaparecer ni derrotándolos por la fuerza como quiere Israel ni ignorándoles, como hacemos los europeos".