Los hijos del periodista saudí Jamal Khashoggi, descuartizado por agentes de Arabia Saudí en el consulado de este país en Estambul en octubre de 2018, han perdonado, en vísperas del final del ramadán, a los asesinos de su padre. Según la ley islámica que rige en el país, las autoridades les pueden ahora conmutar la pena de muerte.

Todo empezó en una mañana nublada de octubre de 2018. Ese día, Jamal Khashoggi, periodista saudí, colaborador del The Washington Post, exiliado y crítico con la familia real saudí, entró en el consulado de su país en Estambul para recoger unos papeles que certificasen que era soltero. Quería casarse con su nueva novia, a la que había conocido cinco meses antes.

Al cruzar la puerta, sin embargo, en ese mismo instante en el que pasó de la calle al recinto consular, todo cambió. Nunca más saldría; su prometida le estaría esperando ahí fuera un día entero.

Ahí dentro habían sido avisados con antelación le esperaba un grupo de 15 hombres venido esa misma mañana de Arabia Saudí para interceptarle y matarle. Después de una paliza, según la versión turca de los hechos, uno de los llegados, médico forense, agarró el cuerpo del periodista y, mientras escuchaba música, lo cortó en pedazos. Aún se desconoce qué hicieron finalmente con el cadáver: a día de hoy, un año y medio tras su asesinato, los restos de Khashoggi siguen en paradero desconocido.

Una vez se conoció lo ocurrido las informaciones empezaron a salir una semana después del asesinato, el mundo estalló de indignación. La casa real saudí, liderada por el príncipe heredero, Mohammed Bin Salman, lo negó todo: no sabían nada ni tenían nada que ver. Khashoggi, explicaron los saudís, se escapó por la puerta de atrás porque, en realidad, no quería casarse con su prometida.

RESPONSABLES Y CABEZAS DE TURCO

Pero las investigaciones avanzaron, y cada vez, a medida que pasaban las semanas, los dedos apuntaban más de cerca del príncipe heredero y eran más insistentes contra Riad y las altas esferas del poder en Arabia Saudí. Bin Salman reconoció entonces que Khashoggi había sido asesinado, pero que ellos no habían ordenado nada: que el grupo de 15 hombres llegados a Estambul actuó por su propia cuenta.

Pocos, sin embargo, creen esta versión: las investigaciones de la ONU aseguran que el asesinato fue premeditado y que la orden llegó de la corte real. Turquía hasta asegura que todo el proceso fue vigilado por la mano derecha de Bin Salman, Saud Al Qahtani, que se conectó con el consulado a través de Skype para controlar que todo salía como debía.

Y así, se abrió un proceso judicial en Arabia Saudí contra los autores materiales del asesinato. De ellos los saudís no dicen quién, cinco fueron condenados a muerte.

Su destino, sin embargo, ha dado un giro de guion con el perdón de los hijos de Khashoggi, una tradición del final del Ramadán, el mes sagrado del islam. Arabia Saudí donde se implementa la ley islámica, ahora, les conmutará la pena de muerte .

"Nosotros, los hijos del mártir Jamal Khashoggi, anunciamos que perdonamos a aquellos que asesinaron a nuestro padre, ya que buscamos una recompensa de Dios todopoderoso", escribió Salah Khashoggi, que vive encerrado en Arabia Saudí: el gobierno le quitó el pasaporte y le dio una compensación económica a cambio de su silencio.

La prometida del periodista asesinado, la turca Hatice Cengiz, sin embargo, no está de acuerdo: "Jamal Khashoggi se ha convertido en un símbolo mucho más grande que nadie de nosotros; es admirado y querido. La emboscada que le tendieron y su horrendo asesinato no tiene límites, y nadie tiene derecho a perdonar a sus asesinos. Yo y otros no pararemos hasta conseguir justicia", escribió Cengiz en Twitter este viernes.