Mientras la Casa Blanca aguarda en vilo el posible anuncio de procesamientos a alto nivel por parte del fiscal especial, Patrick Fitzgerald, ayer se supo que Karl Rove, cerebro político del presidente de Estados Unidos, George Bush, trató de protegerse declarando que Lewis Scooter Libby, mano derecha del vicepresidente, Richard Cheney, pudo ser quien le reveló que Valerie Plame era una agente de la CIA, según fuentes cercanas a la investigación.

Rove y Libby están en el punto de mira del fiscal Fitzgerald, que debe anunciar su decisión en los próximos días.

El gurú político de Bush hizo esta afirmación durante una de sus cuatro comparecencias ante el gran jurado que investiga si hubo una conspiración al más alto nivel para revelar la identidad de Plame como castigo a su esposo, el exembajador Joseph Wilson, quien denunció que era falso que Sadam Husein hubiese tratado de adquirir uranio en Níger para fabricar armas nucleares. Este fue uno de los principales argumentos de Bush para iniciar la invasión de Irak.

Según fuentes cercanas a la investigación, Rove, arquitecto de las victorias electorales de Bush, explicó que habló con Libby días antes de que el columnista Robert Novak hiciese pública la identidad de Plame, el 14 de julio del 2003. Durante la conversación entre ambos, que tuvo lugar el 11 de julio, los estrechos colaboradores de Bush y de Cheney hablaron de sus contactos con diversos periodistas sobre Victoria Plame.

CONTRADICCIONES Por su parte, Libby declaró ante el gran jurado que comunicó a Rove la información que obtuvo sobre Plame del periodista Tim Russert, de la cadena televisiva NBC. Sin embargo, Russert contradijo después esta afirmación y aseguró que sólo se enteró de la identidad de Plame cuando fue hecha pública, días después de su conversación con Libby, por lo que él no pudo revelársela.

El fiscal Fitzgerald está tratando de penetrar en esta maraña y dilucidar si esos contactos formaron parte de una conspiración para revelar ilegalmente la identidad de la espía. También investiga si algunos de los implicados en la trama han ocultado información o han declarado en falso durante los 22 meses que lleva de pesquisas con ayuda de un gran jurado, cuyas sesiones concluyen el próximo día 28. Incluso Bush y Cheney han prestado declaración en el marco de esta investigación sobre el peor escándalo que acecha al presidente republicano en sus cinco años en la Casa Blanca.

El Partido Demócrata expresó recientemente su interés en que el fiscal Fitzgerald emitiese un informe final sobre el complicado caso, lo que ofrecería nueva información sobre el proceder de la Casa Blanca en un tema tan delicado como los preparativos de la guerra en Irak.

ESCURRIENDO EL BULTO Ayer, Bush trató de escurrir el bulto cuando le preguntaron si le preocupan los posibles procesamientos del fiscal Fitzgerald. "Aquí hay mucho ruido de fondo, mucho comentario, mucha especulación, y yo tengo un trabajo que hacer", respondió cortante. Pocas horas antes, prestigiosas figuras de la oposición demócrata le exigieron que clarifique qué sabe de las conversaciones entre su mano derecha, Rove, y la mano derecha de Cheney, Libby, sobre Valerie Plame.

Según The New York Daily News , Bush se enfureció al enterarse, en el 2003, de que Rove había hablado de Plame con algunos periodistas. Sin embargo, fuentes cercanas a Rove aseguraron ese mismo mes que no le había dicho nada al presidente. Según estas versiones, Rove se limitó a informar a Bush, en otoño del 2003, de que no participó en ninguna operación de castigo a Wilson revelando el trabajo de su esposa.