Cuba no se mueve. Ni mucho menos. La Habana respondió el domingo a la presión internacional desatada por la muerte del preso disidente Orlando Zapata y la agonía del periodista opositor Guillermo Fariñas con una estrepitosa voladura de puentes. "Si pretenden acorralarnos, sepan que sabremos parapetarnos. No cederemos jamás al chantaje de ningún país o conjunto de naciones por poderosas que sean", dijo el domingo el presidente cubano, Raúl Castro, ante lo que tachó de "descomunal campaña de descrédito contra Cuba".

Vestido de civil, Castro clausuró el congreso de la Unión de Jóvenes Comunistas con un discurso de algo más de una hora en el que no dejó títere con cabeza. Hubo leña para "los centros de poder imperial en EEUU y en Europa", que son quienes "organizan, dirigen y financian" esta ofensiva anticubana "enarbolando hipócritamente las banderas de los derechos humanos". Y especialmente para el "doble rasero" de la UE, que mantiene desde 1996 la "injusta, discriminatoria e injerencista" posición común sobre Cuba, "patrocinada en su momento por el Gobierno de EEUU y la extrema derecha española, que sigue en pie reclamando un cambio de régimen", mientras "guarda cómplice silencio frente a las torturas en la llamada guerra contra el terrorismo". Así las cosas, la reunión prevista para hoy en Madrid entre el ministro español Miguel Angel Moratinos --en el marco de la presidencia de la UE--, y el canciller cubano, Bruno Rodríguez, no se celebrará.

LA "MENTIRA REPETIDA" El presidente cubano arremetió también contra Zapata, un preso "por 14 delitos comunes devenido por obra y gracia de la mentira repetida y el afán de recibir apoyo económico desde el exterior en un disidente político que fue incitado a mantener una huelga de hambre con demandas absurdas", y cuya muerte "se ha manipulado con cinismo y desfachatez", especialmente en la "gran prensa occidental".

Respecto a Fariñas, asimismo en huelga de hambre desde el 24 de febrero para exigir la liberación de 26 presos políticos enfermos, Castro dijo que mantiene una actitud de "chantaje inaceptable" y que "al igual que en el caso anterior, se está haciendo lo posible por salvarle la vida", pero que "si no modifica su actitud autodestructiva, será responsable del desenlace".

"Con el discurso de Raúl Castro, el régimen se quitó la careta y dejó ver su rostro sanguinario. Dijo que se me va a dejar morir", declaró Fariñas a Efe por teléfono desde el hospital de Santa Clara (centro) donde está internado. "Lo único que nos queda es morirnos con dignidad", añadió, para "desenmascarar la esencia asesina del régimen".