La escena habla por sí sola. Alfredo Astiz, que en sus días de infiltrado entre las Madres de Plaza de Mayo, que luego desaparecerían, se hacía llamar Gustavo Niño, entró altivo en la sala de audiencias del Tribunal Federal Oral. «¡Vas a morir como (Jorge) Videla, en la cárcel!», le gritaron. Familiares, amigos y simpatizantes del excapitán y otros represores empezaron a cantar el himno argentino. Se siguen considerando la patria misma. Horas después, la causa judicial más larga abierta después de años de impunidad por los actos aberrantes ocurridos en la Escuela Mecánica de la Armada (ESMA) llegaba a su fin.

De los 54 imputados, 48 fueron condenados. De ese total, 29, entre ellos Astiz, alias Ángel de la muerte, y su jefe, Jorge El Tigre Acosta, volvieron a recibir una condena de prisión perpetua. Los jueces aplicaron por primera vez esa pena a dos oficiales que tripularon los vuelos de la muerte. Uno de esos aviones que arrojaba prisioneros sedados al mar es el que llevó en su interior a la fundadora de las Madres, Azucena Villaflor.

Entre los seis absueltos se encuentra Julio Poch, quien tras la dictadura militar se recicló como aviador civil en la línea de bandera de Holanda. Cuando escuchó el beneficio, se levantó de la silla, abrazó a excompañeros de andanzas oscuras y recibió aplausos.

«Como a los nazis les va a pasar, adónde vayan los iremos a buscar», respondieron en la sala de audiencia los familiares de las víctimas de un campo de concentración levantado en una de las principales avenidas de la ciudad de Buenos Aires, a la vista de todos y a la vez invisible, por donde pasaron unas 5.000 personas.

Se trata de la sentencia del juicio más largo por violaciones a los derechos humanos cometidas entre 1976 y 1983. La fiscalía había reclamado cadena perpetua para 52 de los 54 marinos sentados en el banquillo por la suerte de 789 hombres y mujeres.

La causa ESMA III recuerda que Mauricio Macri, que fue ocho años alcalde capitalino, visitó el centro clandestino al asumir la presidencia pero no hizo nada. Y que el Ministerio de Seguridad vuelve agitar el fantasma de un «enemigo interno» al abordar un conflicto de larga duración como la reclamación por parte de la comunidad originaria mapuche de sus tierras. Un joven fue asesinado en la Patagonia el domingo por un grupo de élite. Las autoridades políticas trataron de asociarlo a una inverificable Resistencia Ancestral Mapuche (RAM). «¿Té eres de la RAM?», le preguntó la esposa del represor Ernesto Barreiro a uno de los periodistas en la sala de audiencias.