La caza y captura de Sadam se ha convertido en una obsesión para el Pentágono, pero la Casa Blanca está muy equivocada si cree que la detención o muerte del dictador acabará con la resistencia iraquí. La eliminación de Udai y Qusai no hizo que remitieran los ataques y emboscadas contra las tropas de EEUU, y la desaparición o prisión de su padre tampoco aplacaría a los combatientes iraquís. Porque éstos no luchan por Sadam , sino contra la ocupación del país.