Cerca de veinte palestinos han muerto y más de medio centenar han sido heridos desde el inicio hace tres días de la peor ofensiva israelí en Gaza desde que hace dos años Israel diera por concluida la operación militar "Plomo Fundido". La escalada se desató el jueves, cuando un cohete anti-carro lanzado desde Gaza alcanzó un autobús escolar israelí e hirió a un menor y al conductor, y desde entonces prosigue de manera ininterrumpida la espiral de violencia entre ambas partes. La serie de agresiones y represalias se disparó hoy con un ataque aéreo israelí en el sur de Gaza que mató a un comandante y dos milicianos del brazo armado de Hamás, que a lo largo de la mañana ha respondido intensificando del lanzamiento de cohetes contra Israel. Según fuentes militares israelíes, dos cohetes Grad lanzados desde Gaza impactaron al mediodía en la localidad israelí de Ofakim en tanto que más de una veintena de morteros cayeron en las cercanías de Eshkol, en ambos casos en áreas fronterizas con la franja palestina. El sistema de defensa anti misiles "Cúpula de Hierro", que Israel desplegó a fines de marzo en la zona, interceptaba entretanto varios cohetes dirigidos contra la ciudad de Beer Sheva, a 60 kilómetros de Gaza y capital del sur israelí, donde comienza a cundir el pánico. De acuerdo con medios locales, cientos de miles de residentes en la región han utilizado en las últimas horas los refugios para protegerse del lanzamiento de los proyectiles, que no han causado víctimas aunque sí casos de crisis nerviosa en las zonas alcanzadas. Tras el ataque contra el automóvil en que viajaban el comandante Abu Snima y dos milicianos de las Brigadas Azedin Al Kassam, brazo armado del movimiento islamista Hamás, el portavoz de los servicios médicos de ese grupo Hamas, Adham Abu Selmeya, cifró en 18 los muertos en Gaza desde el inicio de la ofensiva israelí. Según Selmeya, once muertos pertenecían a fuerzas de Hamás y siete eran civiles, que son mayoría entre las decenas de heridos. El ataque contra Abu Snima y sus acompañantes tuvo como escenario la localidad de Rafah y se produjo después de que, de acuerdo con fuentes militares israelíes, decenas de cohetes lanzados desde Gaza impactaran durante la pasada noche en territorio israelí. La actual espiral de violencia es la más mortífera desde el fin, hace dos años, de la operación militar israelí "Plomo Fundido" -que costó la vida a 1.400 palestinos, en su mayoría civiles, y 13 israelíes-, y ha continuado pese a los intentos de ponerle freno. Hamás y los grupos armados de Gaza declararon el jueves por la noche un alto el fuego del que Israel asegura que no tuvo conocimiento, y la Autoridad Nacional Palestina (ANP) hizo el viernes un llamamiento al cese de las hostilidades que fue desoído. Nabil Shaat, asesor del presidente palestino, Mahmud Abas, reiteró hoy el llamamiento a la calma y anunció que de proseguir las hostilidades durante la jornada la ANP pedirá una reunión urgente del Consejo de Seguridad de la ONU para detener la violencia. También el primer ministro del Gobierno de Hamás en Gaza, Ismael Haniye, pidió esta mañana a Israel que detenga los ataques. El portavoz del movimiento islamista palestino, Sami Abu Zuhri, advertía, no obstante, de que Israel "no debe malinterpretar la posición de los grupos de resistencia", y amenazó con multiplicar los disparos de cohetes y morteros contra el Estado judío. Tras responsabilizar a Hamás del ataque contra el autobús escolar, el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, advirtió el jueves al inicio de la ofensiva militar israelí de que el movimiento islamista palestino había cruzado "todas las líneas rojas". El jefe del Gobierno de Israel precisó que "quienes quieren herir y matar niños deben saber que esa sangre pesará sobre ellos".