El oficial estadounidense nos ordenó detenernos a unos cinco metros de la cabeza de la patrulla. Tras ellos, avanzaban en fila una decena de soldados repartidos a ambos lados de la calle con el apoyo de dos blindados. La gente que había desafiado el toque de queda ya había desaparecido. Con un gesto, el oficial nos mandó que nos levantáramos la camisa. Quería comprobar que no llevábamos un cinturón de explosivos. Esa escena sucedió ayer en Samarra, en el triángulo suní, a unos 120 kilómetros de Bagdad, aunque perfectamente podría haber ocurrido en Hebrón, Yenín u otra ciudad palestina bajo ocupación israelí.

En una posguerra tan dada a las comparaciones --Vietnam, el Líbano...--, la operación que el Ejército estadounidense lanzó contra la resistencia el martes por la noche en Samarra sigue las pautas, aunque con menor intensidad, de las incursiones que el Ejército israelí efectúa en Gaza y Cisjordania.

Colas kilométricas

Los militares controlan los accesos de la ciudad con puestos de control que crean kilométricas colas, han instaurado el toque de queda durante dos días, realizan patrullas y registros casa por casa, detienen a sospechosos y se ganan la enemistad de una población que se siente humillada. Un cóctel explosivo en el que los insurgentes se mueven como pez en el agua.

"Habrá una demostración de fuerza a partir de ahora", declaró ayer el teniente coronel Nate Sassaman, comandante del primer batallón del Octavo Regimiento de Infantería, con base en Tikrit, encargado de la operación en Samarra. "Esta ciudad es una espina en nuestro costado, no colabora como otras en la reconstrucción de Irak", añadió el militar.

La demostración de fuerza de Sassaman consistió en registros en plena madrugada, volar puertas con explosivos plásticos, irrumpir en los hogares, registrarlos y detener a 80 sospechosos. El detonante de la operación fueron las protestas pro- Sadam en la ciudad y una emboscada que sufrieron los soldados el martes, en la que, según fuentes militares, murieron 11 insurgentes. En las últimas semanas, Samarra ha sido escenario de numerosos ataques.

"Son terroristas"

Pero la población de Samarra no ve justificación. "Los americanos son terroristas porque ahogan nuestra vida. Es cierto que los muyahidines disparan contra ellos, pero los soldados disparan contra el pueblo y destruyen nuestros hogares", denunciaba Sabid Daub, un agricultor que lloraba la detención de su hijo, de quien dice que es "inocente".

A pesar del toque de queda --anunciado por altavoces desde los blindados--, ayer se podía entrar y salir de la ciudad y un puñado de ciudadanos se agrupaban en las calles, aunque los comercios estaban cerrados. La demostración de fuerza de Sassaman aún no ha alcanzado cotas israelís, pero los habitantes de Samarra ya tienen suficiente. "Han traído tanta fuerza que, en lugar de Samarra, parece que estén en guerra contra Rusia o Japón. ¿Se preocupan de que desde hace tres días no tenemos agua ni electricidad? No", se lamenta el comerciante Tarik Naser, quien añade: "No saben qué buscan. Si encuentran mucho dinero, te acusan de financiar a la resistencia y te detienen".

La imponente mezquita shií del imán Alí Jadi --cuya preciosa cúpula recuerda a la de Al Aqsa en Jerusalén-- sobresale al final de la desierta calle comercial. Samarra es suní, pero es un centro de peregrinación shií porque en el templo está enterrado Alí Jadi. Ayer, despistados en plena operación Tormenta de Hiedra, un grupo de peregrinos iranís aguardaban a que la mezquita abriera sus puertas. La espera era vana, ya que el imán la cerró por miedo a que los soldados la registraran. Por lo menos, en el zigurat, el minarete en espiral del siglo IX que es la gran joya de la ciudad, no había soldados.