Los sonoros eructos de un general de la Guardia Nacional y las imágenes de violencia en torno a la embotelladora de Coca-Cola allanada militarmente sacaron a relucir ayer no sólo la "preocupación" estadounidense por la situación en Venezuela, sino también los roces entre el presidente, Hugo Chávez, y el mediador César Gaviria. Este aprovechó el "ambiente tan caldeado" para cancelar por primera vez la sesión, y Chávez amenazó con "levantar al equipo del Gobierno de esa mesa de diálogo".

"No hay manera de dialogar con una oposición que se ha salido del marco constitucional y que funciona por medios golpistas y terroristas", declaró Chávez.

Fue en la ciudad de Valencia, a unos 150 kilómetros al oeste de Caracas, donde el general Luis Acosta ocupó el viernes la planta Panamco para confiscar refrescos, zumos y agua. Era la primera toma de una compañía privada. Al frente de la Guardia Nacional, el general Acosta se tomó dos tragos de una botella de malta y soltó un par de eructos que la televisión transmitió en directo.

"Esto va para fuera, para el pueblo", dijo Acosta, mientras sus guardias cargaban las cajas de coca colas. "Vamos a por la catira y el osito", ordenó después, en referencia a las cervezas más populares. A las pocas horas, el mismo pelotón tomaba la planta de la empresa Polar, la principal fábrica alimenticia del país. En ambos casos, gerentes y empleados fueron golpeados. Empresarios, sindicalistas y los políticos de la Coordinadora Democrática pusieron el grito en el cielo.

Por otra parte, Chávez no logró convencer a su homólogo brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, de sumar a Francia, Rusia, China y Cuba, entre otros, a la instancia creada días atrás para tratar de resolver la grave crisis.