La democracia en Venezuela afronta una prueba crucial hoy, cuando 17,5 millones de electores están convocados a participar en los comicios para conformar la nueva Asamblea Nacional. No es una elección cualquiera, pues con su decisión los votantes optarán en el fondo por respaldar o rechazar el proyecto socialista que encabeza el presidente Hugo Chávez. Los resultados electorales podrán marcar la vigencia de la democracia representativa, con su sistema de separación de poderes, de controles y contrapesos, o el avance hacia un modelo político hegemónico.

"Está en juego una definición en términos de democracia mayoritaria, en la cual una mayoría gobierna sin límites de ningún tipo, ni siquiera jurídicos, o una democracia en la cual hay separación y equilibrio de poderes. Los electores decidirán sobre el cambio o no del régimen político. Escogerán entre hegemonía y pluralidad", explica Angel Alvarez, director del Instituto de Investigaciones Políticas de la Universidad Central de Venezuela.

RELATIVA LIBERTAD El politólogo Ricardo Sucre considera que en estos comicios se definirá si Venezuela mantendrá un sistema de libertades. "Si el Gobierno gana de forma abrumadora, asumirá ese éxito como un apoyo a un modelo que denomina socialista pero que es más bien autoritario. Algunos han dicho que estas pueden ser las últimas elecciones que se hagan en un clima de relativa libertad, porque ya las presidenciales del 2012 estarán marcadas por el control gubernamental", apunta.

Desde una posición afín al chavismo, el analista político Alberto Aranguibel admite que el Gobierno busca mantener una hegemonía, pero de carácter democrático. Defiende la apuesta oficialista por obtener una mayoría absoluta en el Parlamento pues, desde su punto de vista, "los mayores avances en la construcción del modelo socialista se produjeron en los últimos cinco años", cuando el chavismo tuvo control total de la Asamblea. No cree que esta elección sea un paso definitivo para concretar el socialismo en Venezuela, ya que "eso puede durar décadas".

Las elecciones legislativas implicarán el retorno de los partidos de la oposición a la Asamblea Nacional tras tras cinco años de ausencia, consecuencia de la decisión de no participar en los comicios parlamentarios del 2005 con el argumento de que el Consejo Nacional Electoral no ofrecía garantías de pulcritud.

Ahora consideran que ese fue el peor error posible, pues significó entregarle a Chávez no solo el control del Parlamento, sino también del resto de los poderes del Estado, ya que la Asamblea Nacional nombra a quienes encabezan el Tribunal Supremo de Justicia, el Consejo Nacional Electoral, la Defensora del Pueblo, la Fiscalía y la Contraloría General de la República.

LOS OBJETIVOS La posibilidad de controlar la gestión del Gobierno desde las instituciones del Estado es uno de los objetivos fundamentales de la oposición. Sin embargo, para lograrlo, no le valdrá cualquier resultado. El oficialismo ha fijado como meta obtener 110 de los 165 diputados para garantizarse así una mayoría calificada con la que podría promulgar leyes orgánicas y elegir a los miembros del resto de poderes del Estado sin consultar a la oposición, cuya presencia parlamentaria sería meramente testimonial. A partir de esta premisa, el número mínimo de diputados que necesita la oposición se ubica en los 56.

Agrupada en la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), la oposición logrará un avance aún mayor si consigue 67 diputados o más, pues entonces podrá evitar que el oficialismo obtenga los 99 votos que le permitirían autorizar al presidente a legislar por decreto, como ha ocurrido durante los últimos cinco años.

¿Son alcanzables estos resultados? Aunque las encuestas han revelado una situación equilibrada entre ambos bandos (además de un grupo grande de indecisos cuyo voto podría ser determinante), la oposición se halla en una situación de desventaja debido a una reforma electoral que aprobó el chavismo mediante la cual se redujo el peso electoral de los circuitos en que la oposición es más popular y se limitó el principio constitucional de representación proporcional de las minorías.

JUEGO DESIGUAL Así, aunque en los cinco estados más grandes del país --donde la oposición tiene mayor fortaleza-- reside el 52% de los electores, ahí solo se elegirá al 39% de los diputados, mientras que en las regiones donde el chavismo es más fuerte se escogerá el 61% de los parlamentarios, a pesar de que sólo concentran a 48% de los votantes. Es un juego desigual, pero es el único juego posible.