Hugo Chávez partió hacia Bolivia dejando en Buenos Aires los ecos de un discurso altisonante en el que llamó a George Bush "caballerito del norte" y "cadáver político". La izquierda argentina fue a vitorearlo en un estadio de fútbol como si fuera una estrella de rock. El peso de la retórica bolivariana ocultó las verdaderas razones de su presencia: negocios agropecuarios por valor de más de 300 millones de euros y una alianza del comandante venezolano con el rey de la soja argentina, Gustavo Grobocopatel.

En la noche del viernes, Chávez no se cansó ante su auditorio juvenil de invocar a varios símbolos de la región como el Che, Fidel Castro, Pancho Villa y Simón Bolívar. Por la mañana, el presidente venezolano había cerrado un acuerdo con el que, aseguró, su país dejará en pocos años de importar alimentos. Chávez y Grobocopatel, un ingeniero agrónomo dueño de la empresa Los Grobo, ya se habían reunido en Caracas.

"Venezuela es un sultanato, vivimos exclusivamente de la renta petrolera y eso nos está empobreciendo", le dijo Chávez al rey de la soja , según el diario Clarín . Y le contó que por eso quiere destinar parte de la renta petrolera al autoabastecimiento de alimentos. Como parte de ese proyecto, creó una nueva empresa, derivada de Petróleo de Venezuela (PDVSA), el mayor terrateniente de ese país: se llama PDVSA Agrícola y su gerente es el propio Grobocopatel.

Mientras era esperado en el estadio de fútbol, Chávez acababa de firmar en la residencia de su colega argentino, Néstor Kirchner, el acuerdo por el cual Venezuela pretende destinar 100.000 hectáreas a cultivar soja en los próximos cuatro años.