Un Hugo Chávez físicamente demacrado y con voz apagada reconoció desde La Habana, el 30 de junio, que padecía cáncer, en el primer discurso televisado que ha leído en 12 años de Gobierno.

Aquella alocución marcó el inicio de una serie de cambios en el comportamiento del mandatario venezolano que apuntaban hacia una disminución de su característica belicosidad, moderación que al final no se ha materializado. El primer elemento llamativo fue la desaparición del lema «Patria socialista o muerte», que aquella noche fue sustituido por: «¡Gracias, Dios mío! ¡Gracias, pueblo mío! ¡Gracias, vida mía! ¡Hasta la victoria siempre!».

Desde entonces, la palabra muerte quedó borrada del discurso del presidente. El 28 de julio, en la celebración de su 57º cumpleaños, Chávez sorprendió al presentarse en el llamado Balcón del Pueblo del Palacio de Miraflores vistiendo una camisa amarilla, en lugar del rojo tradicional con el que ha uniformado a sus seguidores, a su partido y a las instituciones del Estado. «¿Por qué tenemos que andar todo el tiempo de camisa roja?», preguntó para desconcierto de sus partidarios.

El cuestionamiento de los símbolos distintivos de su movimiento en el contexto de su enfermedad generó expectativas acerca de una transformación de calado en el comportamiento del mandatario. No ha sido así. Durante el último mes, Chávez ha retomado los ataques contra sus adversarios, y el Gobierno ha recurrido incluso a actividades ilegales para desacreditarles. Cuando hace pocas semanas la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), alianza que agrupa a la oposición venezolana, anunció que crearía una tarjeta unitaria con miras a las presidenciales del 2012, Chávez dijo: «Hay que desenmascarar la gran estafa de la tarjeta unitaria. Eso no es unidad. Ellos están tratando de tapar el barro que hay en la Mesa de la Unidad Democrática, que lo que significa es la Mesa de EEUU».

Pocos días después, la televisión estatal VTV difundió grabaciones telefónicas ilegales de conversaciones de miembros de la oposición en la que estos expresaban críticas a las decisiones de la MUD. A comienzos de semana, Chávez solicitó una investigación judicial y política en contra de la MUD después de que algunos de sus miembros enviaran dos cartas a congresistas de EEUU en las que pedían reconsiderar la iniciativa de detener la financiación a la OEA.

El llamamiento desembocó en acusaciones de diputados chavistas a la MUD de violar la soberanía nacional, así como en el nombramiento de una comisión parlamentaria para investigar su financiación. El oficialismo también cuestionó el anuncio de una visita que realizará la MUD a España en busca de respaldo.

Además, Chávez ha afirmado que la oposición cuenta con una agenda violenta y un plan con la CIA para ignorar los resultados de las elecciones del 2012. «Todas las ofensas y el veneno que lanzan contra la dignidad de la Fuerza Armada Nacional se devuelve contra los apátridas, burgueses arrodillados al imperio, gente sin patria y sin vergüenza», advirtió el miércoles al acusar a sus adversarios de querer desestabilizar y promover un golpe de Estado en el país. Queda claro que la enfermedad ha cambiado el semblante y los símbolos de Chávez, pero no su virulencia.