China ha erradicado el virus y ahora brega contra la pandemia del paro. La cifra oficial señala un 5,9%, pero solo atiende al desempleo urbano e ignora a los 300 millones de emigrantes laborales. Estudios independientes son menos optimistas: la Société Générale habla del 10% y la firma Zhongtai Securities lo elevaba en abril hasta el 20,5%. Rondaría los 70 millones de desempleados.

El desempleo no traerá el apocalipsis pero sí perturba la estabilidad social. Decenas de millones de parados ociosos inquietan a Pekín y cuestionan una legitimidad que, a falta de elecciones, descansa en su eficiencia económica. Una sociedad confuciana espera de su Gobierno que cuide a los mayores, dé trabajo a los adultos y educación a los niños. En la pasada Asamblea Nacional Popular, el primer ministro eludió por primera vez la mediática cifra del crecimiento económico.