China y Japón cerraron ayer cinco años de guerra fría diplomática con la visita del nuevo primer ministro nipón, Shinzo Abe, a Pekín, donde se reunió por separado con su homólogo chino, Wen Jiabao, y el presidente, Hu Jintao. Las anuales visitas del predecesor de Abe, Junichiro Koizumi, al santuario sintoísta de Yasukuni motivaron la negativa china a retomar los lazos diplomáticos. En Yasukuni reposan las almas de los caídos en las guerras de Japón, y entre ellas, las de 14 criminales de guerra.

Por ello, el momento más esperado de la comparecencia de Abe era su respuesta a la pregunta de si iría a Yasukuni. "Necesitaría profundizar demasiado la respuesta como para decirla hoy", se escabulló. Antes, afirmó que asume el dolor causado durante el siglo pasado en Asia.