China se negó ayer a disculparse ante Japón por la oleada de protestas antijaponesas, en ocasiones violentas, que han tenido lugar en su territorio durante las últimas semanas. "El Gobierno chino no ha hecho nunca nada que le obligue a pedir disculpas al pueblo japonés", declaró el ministro chino de Exteriores, Li Zhaoxing. En una reunión celebrada en Pekín con su homólogo nipón, Nobutaka Machimura, Li rechazó pagar indemnizaciones a los japoneses por las pérdidas que les han ocasionado las manifestaciones.

Con una claridad poco habitual entre diplomáticos, Li dio al traste con las esperanzas de Tokio de lograr una reconciliación fácil. Machimura viajó a Pekín para intentar aliviar la tensión tras varias semanas de violencia, pero salió con el rabo entre las piernas. "El problema principal es que el Gobierno japonés ha hecho una serie de cosas que hieren los sentimientos del pueblo chino, especialmente en lo que se refiere al tratamiento de la historia", dijo Li.

VANDALISMO EN LAS CALLES La situación amenaza con convertirse en la peor crisis bilateral desde que China expulsó a Japón de su territorio, en 1945. Ayer, una decena de ciudades chinas vivieron nuevos actos de protesta, a veces vandálicos, contra intereses japoneses. En Shenyang, cerca de 2.000 personas marcharon hasta la sede del consulado japonés, que fue atacado con botellas y huevos. Un número similar llevaron a cabo una "huelga violenta" en la fábrica de productos electrónicos nipona Taiyo Yuden, en Dongguan. Más de 10.000 protestaron en la ciudad de Shenzhen, una de las locomotoras manufactureras de China.

La protesta empieza a desbordar las fronteras chinas: casi 12.000 personas se manifestaron en Hong Kong, mientras decenas de estudiantes chinos se concentraron delante de la Embajada de Tokio en Hanoi (Vietnam).

Algunas fueron tranquilas, pero en casi todas hubo tensión. Los enfurecidos jóvenes llevaban pancartas con eslóganes como "la guerra contra Japón aún no ha terminado". Coreando el himno nacional chino, lanzaron piedras, huevos y pinturas a las representaciones diplomáticas japonesas. Atacaron restaurantes, supermercados e incluso coches de marca japonesa, bajo la mirada atenta de la policía que, en general, les dejó hacer.

Li Zhaoxing pidió a Machimura que Japón afronte su pasado imperialista y mire hacia adelante "tomando la historia como espejo". Pekín reprocha a Tokio que no reconozca las atrocidades cometidas durante la ocupación japonesa en China (1931-1945), actitud que quedó demostrada con la aprobación, el día 5, de un libro de texto que minimiza la brutalidad de su dominio. Para solventarlo, Machimura ofreció crear una comisión mixta que revise la historia común, igual que hizo con Corea del Sur. China estudiará la oferta.

El portavoz del Ministerio de Exteriores japonés, Hatsuhisa Takashima, subrayó, tras la cumbre de ayer, que Tokio "no se opone a las manifestaciones en sí, ya que respeta la libertad de expresión, siempre que éstas sean pacíficas". "Y no ha sido el caso", agregó. Takashima dijo que la crisis está afectando gravemente las relaciones entre los dos países, y reveló que muchos turistas japoneses están cancelando sus viajes a China.

PUESTO EN LA ONU Con pugnas fronterizas y por el control de los recursos energéticos de la zona de por medio, China se niega a que Japón obtenga un puesto permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU. EEUU apoya a Tokio. Hay quien dice que Washington aprovecha a Japón como punta de lanza para "contener" a China. Su objetivo es frenar al gigante asiático: su trepidante crecimiento económico, su imparable despegue político y su descomunal población.