China celebró el 60º aniversario de la República Popular con un desfile militar que perseveró en su dicotomía esquizofrénica: sacando a pasear a Mao y el comunismo, ambos borrados de la vida diaria hace ya mucho tiempo, reducido el primero a lo folclórico y sepultado el segundo bajo 30 años de apertura. Pero Mao sigue siendo el padre, y los chinos son agradecidos. El desfile empezó con el presidente Hu Jintao, cerúleo y pétreo como manda la tradición de los dirigentes chinos, vestido con un colorista traje Mao sobre un descapotable negro, saludando a las tropas con "Hola camaradas. Buen trabajo, camaradas".

Hu recordó el discurso que Mao había pronunciado en el mismo escenario para instaurar el régimen comunista y enfiló hacia la ideología. "El desarrollo y progreso del país ha demostrado totalmente que solo el socialismo puede salvar a China, y solo la apertura puede asegurar el desarrollo nacional, el socialismo y el marxismo". Hu hablaba frente a la puerta sur de la Ciudad Prohibida, presidida por ese gran retrato de Mao que cada seis meses es cambiado para preservarle del paso del tiempo. Después, ya en el desfile civil donde participaron 200.000 estudiantes, cuatro carrozas portaron retratos de los expresidentes del país, reseñando sus éxitos y con niños con carteles donde se leía "el socialismo es bueno".

SINCRONIZACION El desfile militar tuvo la exuberancia prometida. Unos 8.000 soldados marcharon con una sincronización que difícilmente haya sido vista antes. Uniformes de todos los colores, mujeres soldados con minifaldas rosas. Tras el repiqueteo de las botas llegó el zumbido de los motores: tanques, misiles, cazas... China puso en el escaparate sus armas de más avanzada tecnología, en su mayoría de diseño y fabricación nacional. A los misiles exhibidos ayer se les supone capacidad para golpear EEUU, Taiwán y quién sea menester. Los mandos habían repetido estos días que el desfile debía ser percibido en el exterior como algo positivo, pero será difícil que ese mensaje cale en aquellos que se escandalizan ante los presupuestos de Defensa.

Al desfile militar le siguió el civil, con 56 carrozas que simbolizan los éxitos del país. La carroza de la cultura simulaba un libro abierto, y los niños que iban junto a la de las energías alternativas portaban pequeños paneles solares. El acto tenía un insuperable aire kitsch , de verbena mayor afectada de gigantismo.