Hasta el jueves, cuando se pedía a la Agencia Central de Inteligencia (CIA) las grabaciones de los interrogatorios a sospechosos de terrorismo, manchados por la sombra de la tortura, la respuesta oficial era que no existían. Pero la CIA se ha visto obligada a admitir que había cintas y que han sido destruidas. Aseguran haberlo hecho por seguridad y porque carecían de valor, pero todo apunta a que la razón era evitar problemas legales.

El escándalo estalló el mismo día en que un comité del Congreso acordó prohibir a la CIA técnicas duras de interrogación no aprobadas para el Ejército, propuesta que aún debe pasar por las cámaras y que la Casa Blanca amenaza con vetar.

The New York Times había conseguido la confirmación de que la CIA destruyó, en el 2005, al menos dos cintas con interrogatorios, en el 2002, de supuestos terroristas, incluyendo Abú Zubaydah, que habló con los agentes tras ser casi ahogado. Para adelantarse a la noticia --en la que fuentes oficiales aseguran que los vídeos se destruyeron para eliminar pruebas--, el director de la agencia, Michael Hayden, envió un mensaje interno confirmando la destrucción.

Los demócratas reclaman una investigación y grupos como Amnistía Internacional denuncian un delito de "obstrucción a la justicia" por parte de la CIA.

Mientras tanto, en Irak, dos atentados en la provincia de Diyala causaron 26 muertos. El primero, contra exinsurgentes sunís opuestos a Al Qaeda, causó 16 muertos. El segundo, contra un puesto de control del Ejército, dejó 10 muertos.