La CGIL, primer sindicato del país y el equivalente a CCOO en España, reunió ayer en Roma a unos dos millones de trabajadores --en la que será recordada como la segunda manifestación callejera más imponente desde 1948-- para pedir al Gobierno que "se tome en serio la crisis" y que "deje de dar caridad a los pobres". Futuro sí, hacia atrás no , rezaba el eslogan de la manifestación, en la que por primera vez participaron miles de trabajadores africanos, muchos de ellos contratados en negro por las empresas italianas, que llevaban pancartas contra la Camorra y las mafias laborales. Inexplicablemente, la policía cifró los manifestantes en tan solo 200.000.

Con medio millón de parados más en lo que va de año y una previsión de crecimiento negativo (-4%), el secretario de la CGIL, Guiglemo Epifani preguntó al Gobierno de Silvio Berlusconi "por qué no quiere hacer más, por qué ha presupuestado 4.000 millones para afrontar la crisis y por qué ha proyectado solo obras públicas faraónicas, sin hacer nada para las pequeñas y medianas empresas".

Frente a las medidas que el Gobierno ha tomado contra la crisis, sin consultar a los sindicatos, Epifani pidió "una mesa para afrontarla de una manera seria, ordenada y coherente".

La manifestación reunió por primera vez desde el Gobierno de Romano Prodi a los tres partidos comunistas y los Verdes, que en las elecciones generales del pasado año se quedaron fuera del Parlamento.