Al menos cinco personas murieron, entre ellas dos monjes budistas, y cerca de cien resultaron heridas en las cargas llevadas a cabo por los soldados contra los manifestantes que protestaron en Rangún contra la Junta Militar de Birmania (Myanmar). Alrededor de 200 personas, incluidos unos 80 monjes, fueron golpeados, detenidos y trasladados en vehículos militares a centros de detención, según testigos citados por diversos medios birmanos.

El incidente más grave tuvo lugar cuando los soldados abrieron fuego contra unos 200 monjes budistas que marchaban junto a miles de civiles hacia la pagoda de Sule, acordonada desde primeras horas de la mañana por las tropas, y con sus accesos bloqueados por camiones. En el barrio de Alhone, distrito comercial situado también en el casco viejo de Rangún, la principal ciudad del país, un testigo afirmó que policías y militares se llevaron en brazos a tres monjes que presentaban heridas de bala.

La Liga Nacional para la Democracia (LND), la única formación opositora que resiste a la fuerte presión del régimen y que lidera la premio Nobel de la Paz Aung San Suu Kyi, denunció que las agresiones sufridas por los monjes budistas son "la mayor afrenta en la historia" cometida hasta ahora por la Junta Militar. En un comunicado, la LND advirtió al Gobierno de que atacar a los religiosos, que hace más de una semana comenzaron a marchar a diario por las calles de las principales ciudades, sería visto por el pueblo birmano como un grave crimen. "Advertimos previamente a las autoridades de que si empleaban la violencia para sofocar las marchas de protesta pacíficas cometerían la mayor afrenta de la historia", señaló la LND.

En su comunicado, el partido de Suu Kyi, señalada por el régimen como la instigadora de las protestas que tuvieron lugar durante los últimos nueve días, pidió a los generales que promuevan un diálogo para resolver "de inmediato" los problemas de la nación. Suu Kyi, quien cumplía arresto en su domicilio de Rangún, situado a escasa distancia de los puntos de la ciudad en los que se produjeron incidentes violentos, fue trasladada de madrugada a la prisión de alta seguridad de Insein, donde ya pasó una temporada en 2003 hasta que, a finales de ese año, fue confinada en su casa.

También los mayores grupos étnicos insurgentes reaccionaron a la intimidación y al uso de la fuerza por parte de la Junta Militar con el anuncio de que planean unir sus fuerzas para apoyar a la LND y a otras las organizaciones democráticas birmanas. Los monjes, miembros de la LND, y ciudadanos de a pie marcharon por las calles, pese al amplio despliegue de soldados y prohibición de todas las reuniones de más de cinco personas, tras declarar la noche anterior el toque de queda en Rangún y otras ciudades.

En las cercanías de la gran pagoda de Shedagon, al menos cuatro religiosos resultaron heridos, cuando los soldados dispararon botes gas lacrimógeno sobre los manifestantes que intentaron sobrepasar la barrera montada por las fuerzas de seguridad. Cerca de la gran pagoda, en el barrio de Sanchaung, los civiles se enfrentaron a las fuerzas de seguridad para liberar a varios monjes que habían sido detenidos y eran introducidos en camiones militares.

A pesar de la represión, los manifestantes aseguraron que no cederán ante las intimidaciones del régimen y continuarán con sus protestas, las más importantes contra los generales desde hace casi veinte años. "No tememos ninguna amenaza de los militares, no son rival para nosotros. Continuaremos con nuestra lucha", indicó el portavoz de la asociación de monjes, U Adipati.

Birmania está gobernada por los militares desde 1962 y no celebra elecciones parlamentarias desde 1990, cuando el partido oficial perdió de manera abrumadora ante la LND.