Dos terroristas que se suicidan, otro que es abatido a tiros por la policía y un cuarto que logra huir para horas más tarde quitarse también la vida. Así transcurrió el día de ayer en el barrio de Hay Fida, en Casablanca, en una jornada frenética que dejó cinco muertos, entre ellos un policía, y que se desató cuando las fuerzas de seguridad sorprendieron a tres jóvenes con explosivos encima. La presencia del cuarto terrorista se descubrió horas después.

La expectación era máxima en Hay Fida. Los vecinos se arremolinaban. La gente veía terroristas por todas partes. Los espectadores se debatían entre el morbo y la preocupación. Había policía por doquier y medio barrio estaba acordonado. Los agentes buscaban por todos los edificios, incluso en la mezquita, al terrorista que huyó por la mañana. Para inspeccionar el centro religioso, un bombero subió por una escalera y revisó el minarete.

"La policía llegó sobre las cuatro o las cinco de la mañana, sorprendió a los chicos, les ordenó que se detuvieran, pero no lo hicieron", explicó Abdelatif, vecino del barrio.

A partir de entonces, los acontecimientos se precipitaron como si de una película se tratara. El primero en caer muerto fue Mohamed Mentala, alias Uarda (en árabe, rosa). Según la policía, los agentes le dispararon porque se les acercó con una mochila sospechosa y pensaron que podía tratarse de explosivos.

CARNE EN LA ANTENA El segundo extremista, identificado como Mohamed Rachidi, de 37 años, consiguió zafarse de los disparos y subir por las escaleras de un inmueble, hasta llegar a la terraza. Allí activó la bomba que llevaba encima. Algunos de los pedazos del cuerpo cayeron sobre la terraza de Ezubir, un vecino. Su rostro se debatía entre la desesperanza y la incredulidad. La policía había sacado un trozo de cuerpo de su antena parabólica, pero los pedacitos pequeños seguían en la pared.

La policía científica buscaba por los tejados, las paredes y la terraza donde hubo la explosión. Buscaban restos de explosivos. Había guantes de látex tirados.

Ezubir no hablaba mucho. A diferencia de sus vecinos, probablemente de quienes no habían visto un chico joven desaparecer en pedazos. El sí lo había visto o, al menos, lo que quedaba de él. "No somos así, cuenta que no somos así, que esto no es el islam. Nuestra religión nos prohíbe matar. Eso lo hace la pobreza. Algunos jóvenes se van en patera y otros hacen esto".

El tercer miembro del grupo empezó una huida que acabó unas diez horas más tarde. Al final lo encontraron en un tejado. Un agente de policía intentó convencerle para que se entregara. Pero quién sabe si por miedo o por convicción, al final activó el explosivo y saltó por los aires, matando a un policía e hiriendo a otro agente y a dos niños.

La presencia del cuarto terrorista se conoció horas más tarde. La policía lo mantuvo acorralado hasta que a las nueve de la noche se suicidó al detonar el explosivo que llevaba encima y causó 15 heridos.

Las fuerzas de seguridad reconocieron ayer que no saben cuántos kamikazes circulan por ese barrio. Algunas informaciones apuntan a que los cuatro terroristas de ayer formaban parte de un grupo de una docena de radicales, el resto de los cuales siguen libres y dispuestos a cometer atentados suicidas.

EL PUERTO, OBJETIVO La policía sospecha que en ese grupo de radicales se encuentra Ayub Raydi, el hermano de Abdelfetah Raydi, el terrorista que se suicidó el 11 de marzo en un cibercafé de Casablanca. Desde su muerte, han sido detenidas 31 personas. Hasta ayer, doce personas seguían en busca y captura. La policía tiene indicios de que aquella célula terrorista tenía intenciones de atacar también el puerto de Casablanca.

El resultado es que Marruecos está en alerta y sus habitantes sienten el miedo en el cuerpo y están hartos de que unos pocos hagan tanto ruido.