La intervención del Ejército para disolver una manifestación pacífica desató el caos en la ciudad chilena de Valparaíso, donde este martes se registraron saqueos y disturbios por cuarto día consecutivo.

Los gases lacrimógenos, barricadas y desmanes enturbiaron una jornada que había arrancado con una animada y colorida manifestación liderada por empleados del hospital público de Valparaíso, a la que se sumaron estudiantes, jubilados y trabajadores.

Las exigencias sociales

Sus reclamaciones y aspiraciones resumían la demanda de cambios que subyace en el fondo de este estallido social, que ha puesto contra las cuerdas al Gobierno del conservador Sebastián Piñera.

Financiación para una sanidad pública de calidad, rebajas en el precio de los medicamentos, jubilaciones dignas y un modelo educativo que no profundice la desigualdad social, todo acompañado de un clamor popular contra el mandatario y una frase pronunciada hace un par de días que lo acompañará durante mucho tiempo: "estamos en guerra".

"Aquí no hay ninguna guerra, lo que queremos son pensiones y trabajos dignos y que termine este estado de emergencia que creó el Gobierno", señaló a Efe Bruno Lavín, un jubilado de 69 años que trabajó más de tres décadas en el municipio de Valparaíso.

No hay desarrollo social

Constanza Zúñiga es una estudiante universitaria de 21 años, que comparte con miles de familias la sensación de que los beneficios del desarrollo económico que ha logrado Chile en los últimos años, no se ha repartido equitativamente y no ha llegado a la gente de menos recursos, que se sienten excluidos.

"Mi familia trabaja para alimentarnos a mí y mis hermanos, no para vivir y disfrutar. Trabajamos para sobrevivir mes a mes, nada más. Yo soy de Valparaíso y prácticamente no conozco nada de mi país porque no puedo ir a ningún sitio", explicó a Efe.

La columna de miles de manifestantes se paseó por las calles de la ciudad puerto, en medio de batucadas, cacerolazos y una consigna que se repite en las marchas a lo largo del país: "Chile despertó".

Regresa el caos

Antes de llegar frente a la sede del Congreso, los manifestantes se toparon con medio centenar de soldados del Ejército armados con fusiles y respaldados por camiones lanza agua que les cerraron el paso. La marcha se detuvo y cientos de personas se quedaron un buen rato frente a los soldados entonando cánticos contra la militarización del país.

De repente, los militares se hicieron a un lado, el camión avanzó y empezó a lanzar chorros de agua para dispersar a los manifestantes, que corrieron por las calles aledañas mientras las bombas lacrimógenas hacían irrespirable el ambiente.

En plena confusión, algunas personas llegaron a un cuartel de la Policía de Investigaciones (PDI) e increparon a los agentes, que salieron repentinamente por la puerta armados con escopetas de perdigones y realizaron varios disparos.

Saqueos y violencia

A pocos metros de allí un tumulto aprovechó el caos para romper la valla de una tienda de productos de limpieza y aseo personal y empezó el saqueo.

Decenas de personas aparecían de la nada, entraban en la tienda y salían con bolsas y cajas repletas de mercancía ante la indignación y los insultos de algunos vecinos, que rechazaban el pillaje que se ha visto estos últimos días en todo el país y que empaña las demandas sociales.

La escena se repitió durante veinte minutos hasta que llegó una patrulla militar a resguardar el recinto. Hicieron guardia unos instantes, se retiraron y unos instantes después se reanudó el saqueo.

El vandalismo se ceba nuevamente con una ciudad de Valparaíso que aún no se ha recuperado de los estragos causados desde el sábado pasado. Farmacias y supermercados quemados, y un concesionario totalmente calcinado y destrozado con los automóviles en su interior le dan una apariencia bélica a una ciudad declarada patrimonio de la humanidad por la Unesco que atrae cada año a miles de turistas.