«Podemos ser mejores», exclamó hace unos días Mauricio Macri ante sus seguidores, en lo que pareció ser un acto de despedida. Las posibilidades de que sea reelegido presidente de Argentina el próximo 27 de octubre son nulas. El Gobierno de derechas llegó al poder en el 2015 con la promesa de llevar a cabo una «revolución de la alegría». Pero un reciente estudio de la consultora Ipsos Global Advisor revela que los argentinos son los más infelices del planeta.

El estudio hizo comparaciones en 28 países. En el caso de Argentina, solo un 34% de los entrevistados dijo estar contento. En el resto del continente, para la mayoría de los chilenos las condiciones materiales de vida determinan los niveles de ventura. En Brasil y Perú se pone el acento en el empleo.

Si como recuerdan los psicólogos, la satisfacción siempre tiene un componente subjetivo, en la Argentina de hoy las emociones negativas derivan de la crisis económica. Cada sector social experimenta la amargura de una manera diferente. Desde el empresario que cierra su fábrica a la joven pareja que vuelve a la casa paterna por no poder pagar el alquiler de un apartamento. La pobreza amenaza al 40% de la población.

LOS TANGOS TRISTES / Buenos Aires ha incorporado la amargura existencial como uno de sus componentes culturales a partir del tango. Son numerosas las canciones que la invocan, desde la Milonga triste, de Sebastián Piana y Homero Manzi, a Mi tango triste, compuesto por Aníbal Troilo.

Uno de los grandes nombres de la música rioplatense, Enrique Santos Discépolo, definió el tango como «un pensamiento triste que se baila». Pero ya no se baila tanto. El desconsuelo se mueve en la sociedad al compás de la falta de horizonte. Desde el último 12 de agosto, la moneda ha caído un 30%, el Banco Central no deja de perder sus reservas y ha reaparecido el temor de los ahorristas a un nuevo corralito.

La industria editorial se ha desplomado un 43%. Solo se salvan en este sector los libros de autoayuda. Los más pobres tratan de encontrar consuelo en las iglesias evangélicas o los movimientos sociales.

Han crecido las consultas psicológicas. Los profesionales recuerdan al Sigmund Freud de Más allá del principio del placer y diagnostican sin duda que los argentinos tienen una «compulsión a la repetición». Esta crisis ya ocurrió en otras ocasiones.

LA IMAGEN ILUSORIA / «La pesadilla del eterno retorno que sobrevuela el ánimo general», escribió la psicóloga Irene Hartmann en Clarín. «Los cambios de moneda, las hiperinflaciones, los delirios faraónicos como la paridad entre el peso y el dólar, los corralitos, cepos y otras estrategias para la restricción cambiaria; los intereses de la deuda, la psicótica relación con el FMI; las tasas, los bonos... en fin, la imagen ilusoria de una Argentina pujante».

Ser «los más tristes» del mundo tiene un lado positivo entre los que siempre sueñan con un trofeo aunque sea imaginario: al menos Argentina es campeona en algo.