No pudo cumplir su intención de pasar el día de su 90 cumpleaños en silencio. Tras recibir una impresionante ovación de homenaje del Senado italiano, Giulio Andreotti, el viejo líder democristiano, sin el que es imposible entender la Italia de la segunda mitad del siglo XX, arrojó ayer una máxima para todo el que quisiera recogerla: "Las dificultades se superan siempre y lo que cuenta es estar en paz con la propia conciencia".

Siete veces presidente del Gobierno, 20 ministro y senador vitalicio desde 1991, además de ser uno de los máximos exponentes de la Democracia Cristiana, ostenta la representación del político italiano por antonomasia. Ayer quedó confirmado con cientos de felicitaciones y con el acto de homenaje por su 90 cumpleaños en el Senado, lugar donde volvió a hacer gala de su personalidad: "He escuchado a todos con cierta excitación; durante mi vida he asistido a muchas conmemoraciones, pero una conmemoración escuchada en vida resulta diferente".

UN SIMBOLO Y es que, a lo largo de sus más de 50 años de carrera política, generaciones de italianos lo han odiado, temido, admirado y homenajeado. Pero él siempre se ha salido con la suya. El periodista y escritor Enrico Deaglio intentó dar una explicación en 1995 con su volumen Cosecha Roja : "Andreotti ha representado el símbolo de un mundo, de un método de Gobierno, de un modo de pensar con el que se han identificado millones de italianos", escribió.