La península coreana está al borde de la guerra, según Pyongyang. Las causas son las maniobras militares de Seúl y Estados Unidos que empiezan mañana. La sempiterna belicosidad norcoreana, de palabra o hecho, la nueva y resuelta voluntad surcoreana de responder militarmente a cualquier desmán de sus vecinos y el portaviones estadounidense en camino dibujan un cuadro poco tranquilizador.

"Se acerca la guerra por el temerario plan de los elementos de gatillo de practicar ejercicios bélicos contra el Norte", dijo la agencia oficial norcoreana KCNA. Hubo más: "El pueblo y el Ejército norcoreanos están enfurecidos por la provocación de un grupo de marionetas --Corea del Sur-- y preparados para someterles a una lluvia terrible de fuego si vulneran una sola vez más nuestra dignidad y soberanía".

Antes de la ráfaga de la agencia norcoreana hubo un susto mayúsculo cuando se escucharon detonaciones en la isla de Yeonpyeong, donde cuatro personas murieron el martes por decenas de proyectiles norcoreanos. Después, fuentes militares informaron de que los disparos lejanos no impactaron en suelo nacional y que probablemente formaban parte de un ensayo. Las detonaciones se entienden como un desafío porque en ese momento visitaba la isla un comandante del Ejército de EEUU.

60.000 TONELADAS DE ACERO Al mar Amarillo se acerca la flota estadounidense que participará junto con sus aliados en unas gigantescas maniobras militares conjuntas, a unos 100 kilómetros de la isla de Yeonpyeong. Al frente está el portaviones nuclear George Washington, una enormidad de 60.000 toneladas de acero que aloja a 6.000 soldados y 75 aviones de combate.

El despliegue también es un toque de atención de EEUU a Pekín, de quien pretende más implicación. Barack Obama telefoneará a su homólogo chino, Hu Jintao, en los próximos días con esa intención.

China expresó su oposición a los juegos de guerra dentro de su zona de exclusión económica, que se extiende unos 370 kiló- metros más allá de la costa e incluye áreas cercanas a la isla bombardeada donde podrían celebrarse. Lo hizo con sordina, en contraste con los decibelios de ambas Coreas y las demostraciones de fuerza estadounidenses, que han provocado la mayor tensión en la península en décadas.

China también repitió que la resolución del conflicto norcoreano pasa por las conversaciones a seis que persiguen canjear su programa nuclear por ayuda y reconocimiento. Esas negociaciones están interrumpidas porque Washington y Seúl exigen a Pyongyang que asuma su responsabilidad por el hundimiento de un barco y la muerte de 46 marineros el pasado mes de mayo. Corea del Norte se niega y expertos independientes plantean dudas sobre su autoría.

Ayer, en Corea del Sur, se nombró el relevo de Kim Tae- young en el Ministerio de Defensa, sacrificado por tibio. Kim Kwan-jin es un militar de currículo intachable, más acorde con los tiempos que corren. Centenares de exsoldados se manifestaron cerca de la frontera para criticar a su Gobierno. "Sus políticas son muy blandas. Necesitamos vengarnos de esa pandilla de perros rabiosos, demostrarles que con Corea del Sur no se juega", dijo Kim Byeong-su, presidente de la asociación de exmarines.

LA SUCESION Muchos analistas creen que las acciones provocadoras del régimen de Pyongyang están relacionadas con la sucesión. Serían una forma de reforzar a Kim Jong-un, el hijo de Kim Jong-il, designado como sucesor y al que se le ha confiado un papel clave en la Comisión Militar Central. Aparecería así al frente de un estamento militar que logra algún éxito.