Hillary Clinton viajó varias veces a Oriente Próximo en su etapa como primera dama, pero cuando ayer aterrizó en Egipto dio inicio a su primera gira como secretaria de Estado. Clinton llega a la zona en un momento de incertidumbres políticas (Israel aún no ha formado su nuevo Gobierno) y cuando todavía humea la campaña militar israelí en Gaza. De hecho, su primer acto allí será la conferencia de donantes para Gaza en Sharm el Sheij, en la que EEUU aportará 900 millones de dólares (709 millones de euros) a la reconstrucción de la franja.

Más allá de la cantidad de dinero que se recaude para Gaza (que Clinton ha dejado claro que debe canalizarse a través del presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmud Abbás, quien no tiene poder en la franja, en manos de Hamás), el viaje de la secretaria de Estado es considerado en Washington una toma de contacto con la zona que poca enjundia política tendrá, dada la etapa de transición en la que se encuentra Israel tras las elecciones. La agenda de Clinton incluye una entrevista el martes con el futuro primer ministro israelí, Binyamin Netanyahu, y un viaje a Ramala el miércoles para verse con Abbás.

MEJORAS EN LA CALLE La prioridad en estos momentos de la Administración de Obama es, en palabras de Clinton, "lograr mejoras que la gente pueda apreciar en la calle". Es por ese motivo que la ayuda humanitaria para Gaza (siempre que Hamás no la utilice para provecho político propio) es crucial para la Casa Blanca. De ahí que el Departamento de Estado criticara la pasada semana con inusitada dureza lo que considera obstáculos que pone Israel para que la ayuda llegue a la franja. Está incluso previsto que Clinton exprese su preocupación al respecto en sus encuentros con los líderes israelís, que siguen racaneando con el acceso de la ayuda a la franja en busca de ese equilibrio imposible entre las necesidades de la población y evitar que Hamás capitalice políticamente una mejora de la situación.

En una entrevista concedida a La Voz de América el viernes, Clinton reiteró la posición política de la Administración de Obama: la solución de dos estados viviendo en paz y seguridad uno al lado del otro y el no reconocimiento de un Gobierno palestinos que incluya a Hamás a no ser que el movimiento islamista acepte las condiciones del Cuarteto (reconocimiento de Israel, fin de la violencia y reconocimiento de los pactos previos entre Israel y la ANP).

Sin embargo, hay dos aspectos políticos que preocupan en Tel- Aviv. Por un lado, es un secreto a voces en Washington que la Administración de Obama no se siente especialmente cómoda con el Gobierno de extrema derecha que se está configurando en Israel (Netanyahu es muy ambiguo en su aceptación de la solución de los dos estados, si no directamente contrario a ella). Por el otro, los palestinos confían en que el momento está maduro tras la operación militar israelí en Gaza para que Occidente acepte alguna fórmula de Gobierno de unidad nacional también aceptable para Hamás.

AMENAZAS El primer ministro saliente de Israel, Ehud Olmert, volvió a amenazar ayer con una respuesta "dolorosa, fuerte e inflexible" a Gaza si siguen los ataques de los palestinos contra territorio israelí. Ayer mismo, dos cohetes cayeron al sur del Estado hebreo, uno en un descampado de Ashkelot y otro sobre una casa de Sdérot, en ambos casos sin víctimas. "Israel tiene un amplio abanico de opciones que puede emplear" y las "utilizará hasta que llegue la tranquilidad al sur del país", dijo Olmert.